Algunos de esos lugares son famosos en el mundo entero, ya sea por las obras que albergan o por la enorme colección que tienen entre sus paredes. ¿Cuánto llevas sin visitar alguno de nuestros museos? Te recordamos por qué merecen la pena:
Tony Leblanc nació en el Museo del Prado, casi literalmente, ya que su padre, Ignacio Fernández, fue el conserje del edificio y residía con su mujer en una casa que había en el propio museo.
El Museo Reina Sofía fue el Hospital General de la ciudad en 1556.
El Museo Thyssen-Bornemisza no tiene paredes blancas porque Carmen Cervera quería aportarte un tono más cálido a sus salas.
El Museo Sorolla alberga la enorme colección de adornos de cerámica del pintor. Un total de 800 piezas y todas fueron adquiridas por él.
En el Museo del Romanticismo puedes ver joyas creadas con pelo humano.