
El Palacio de Cibeles es una maravilla colosal que todavía esconde algún que otro secreto.
A la espalda de la diosa Cibeles descansa un edificio modernista con aires de catedral. Nació con la misión, más bien mundana, de albergar el servicio de Correos, pero en sus 100 años de historia ha vivido todos los vaivenes de la capital.
El Palacio de Cibeles, antiguo Palacio de las Comunicaciones, tiene mucho que contar: secretos, curiosidades y anécdotas que, tal vez, nadie te había contado antes.
La casa de Correos que se comió un trozo del Retiro
Antes del Palacio de Comunicaciones no había nada. O bueno, algo sí había: una parte del Parque del Retiro que desapareció para hacerle hueco a la obra arquitectónica que Antonio Palacios y Joaquín Otamendi terminaron de levantar en 1919.
A la sociedad madrileña no le sentó nada bien que les arrebataran una porción de sus jardines para una obra que duró 12 años. Pero el resultado fue, y sigue siendo, espectacular.
La Sociedad de Correos y Telégrafos de España se instaló en el palacio, que enseguida adoptó el mote de «Nuestra Señora de las Comunicaciones» por su pinta de edificio eclesiástico. Todavía hoy se conservan los mostradores de mármol de los trabajadores, y en el exterior aún están los pináculos destinados a sostener los hilos telegráficos.
El Palacio de las Comunicaciones, con 12.000 metros cuadrados y 70 metros de altura, llegó a ser el edificio de correos más grande del mundo, superando los 4.000 metros cuadrados de la oficina de Chicago.

Es la sede del Ayuntamiento de Madrid desde hace 12 años
El declive del correo postal condujo al Palacio de Cibeles a un nuevo propósito. En 2007 se convirtió en el edificio oficial del Ayuntamiento de Madrid, que hasta entonces había ocupado la Casa de Cisneros y la Casa de la Villa, ambos enclaves situados en la Plaza de la Villa. La sala de reparto de la correspondencia es hoy el Salón de Plenos del Ayuntamiento.

Un guiño a Galicia escondido a plena vista
El arquitecto Antonio Palacios, oriundo de Galicia, no dudó en reflejar su morriña sin ninguna discreción: colocó un blasón gallego donde debería estar el escudo de la Casa Borbón. Cierto es que desde la calle es muy difícil observarlo.
En la misma fachada hay otros elementos bastante curiosos. Sobre el arco de la puerta está «la Rubia», una ninfa con medio cuerpo vegetal apodada así por los madrileños de la época. También está la cabeza de Hermes, el mensajero de los dioses griegos en la mitología clásica. ¡Muy apropiado para una casa de Correos!
Se dice también que aún se pueden ver algunos impactos de bala que datan de la Guerra Civil.

Su fachada, un lienzo abierto a todos los colores
El Palacio de Cibeles llama la atención por la blancura de su parte exterior. Pero no es raro que, de vez en cuando, la fachada luzca de diferentes colores por la celebración de algún evento especial.
Así, el edificio ha llevado los colores de la bandera LGTBIQ+, se ha pintado de morado por el Día Internacional de la Mujer y ha emulado la bandera española para conmemorar el Día de la Constitución.

Un mirador en su torre más alta
En el octavo piso del Palacio de Cibeles hay un mirador de acceso público que admite unas vistas 360º de toda la ciudad. Desde allí arriba destacan la Gran Vía y su confluencia con la calle Alcalá, el Paseo de la Castellana y el verdor del Retiro. La entrada cuesta tres euros.
Puedes disfrutar del mismo espectáculo con un cóctel en la mano si bajas un par de pisos. En la planta seis está Terraza Cibeles, un bar abierto al cielo de Madrid con mesas altas y sofás muy cómodos para contemplar el skyline de la capital.

Cine veraniego bajo un cielo de cristal
Durante su etapa como establecimiento principal de Correos, el patio del Palacio Cibeles hizo las veces de aparcamiento. Hoy en día las motos de reparto han pasado a mejor vida, dejando el espacio libre para la Galería de Cristal, un pasillo con una bóveda transparente de 30 metros de altura.
Aquí dentro se celebran múltiples eventos y exposiciones, pero nuestro favorito es Cibeles de Cine, un cine de verano que proyecta películas bajo el techo de cristal. La programación es estupenda y la ubicación, impresionante.

Wifi gratis y sillones para repantigarte cuando quieras
El edificio del Ayuntamiento de Madrid también es la casa de CentroCentro, un espacio cultural donde todo cabe, incluida una zona de descanso muy cómoda y con Internet gratuito para estirar las piernas y tomarse un respiro cuando pases por el barrio.
El acceso es totalmente libre, y CentroCentro acoge también una cafetería y una tienda-librería. Es, además, un lugar tan fantástico para estudiar que se ha hecho un hueco en nuestra lista de bibliotecas con encanto de Madrid.

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