De no ser por el tráfico perpetuo que contamina la glorieta, el aroma grasiento de El Brillante se colaría cada día en los andenes de Atocha. Este bar rotulado en neón y de pared empapelada en manjares castizos es tan histórico y famoso como la estación vecina. Su estandarte: el bocata de calamares madrileño, que sobrevive sin desfallecer entre varias cadenas de comida rápida.
El Brillante crece y clava su bandera en Getafe, municipio madrileño que se congratula de convertirse en el nuevo hogar del icónico bocadillo (que está, concretamente, en el Centro Comercial Nassica). El bar desembarca con paso decidido: es uno de los patrocinadores del Getafe C.F., el equipo de fútbol local.
No es la primera vez que el estilo clásico y la esencia castiza de El Brillante excede los confines de la capital: el año pasado conquistó Boadilla del Monte (Avenida Infante Don Luis, 11, local 6).
No solo de bocata de calamares vive el madrileño. La barra es un expositor permanente de pinchos de tortilla, morcilla de Burgos, churros y porras: delicias de freidora que alimentan estómago y corazón desde hace más de 25 años. El Brillante, según dicen, continuará en el futuro con su misión de llevar la comida típica a otros rincones de la Comunidad de Madrid.
Foto de portada: El Brillante