Si hay una frase que representa a la capital en el imaginario madrileño esa es ‘De Madrid al Cielo’. El lema castizo que se impone sobre las cabezas de los conductores que llegan a la ciudad por la M-30 y pasan por debajo del puente que conecta Moratalaz con el Parque de Roma tendrá ahora una escultura en su honor.
La obra, realizada por el artista gallego Manolo Paz, encapsula la esencia de la mítica frase para simbolizar que, como en Madrid, no se está en ningún sitio. Bajo el nombre de ‘Transparencias’ consiste en una estructura modular de cubos de acero inoxidable que se entrelazan en horizontal, apuntando al cielo.
Renovación de la zona de Felipe II
En los próximos meses la escultura ‘De Madrid al Cielo’ se instalará en el área intermodal de Felipe II. Esta zona, comprendida entre las calles de Narváez y Alcalá y popularmente conocida como la de los “hippies de Goya”, ha sido recientemente renovada.
En primer lugar, se ha dotado al espacio de continuidad con la plaza de Dalí, intervenida en 2005. Además, se ha ampliado el espacio peatonal reconfigurado los elementos de la plaza, haciéndolo más accesible. El mercadillo artesanal permanente, los establecimientos de hostelería y las paradas de autobús han quedado dispuestos en la banda lateral para no entorpecer el tránsito de los peatones.
En lo que respecta al primero de ellos, ha sido dotado de nuevas casetas, dispuestas de manera lineal. Por su parte, el intercambiador de autobuses urbanos también ha sufrido cambios. Más allá de la renovación y reubicación de las marquesinas, se ha mantenido un único carril para la circulación, más ancho que los anteriores.
El origen del lema
Aunque se desconoce el origen exacto de la frase ‘De Madrid al Cielo’, la referencia más antigua de la que se tiene constancia es en la obra Baile del invierno y del verano de Luis Quiñones de Benavente, publicada durante el Siglo de Oro.
No obstante, una creencia bastante extendida la sitúa más tarde, en el siglo XVIII, cuando Carlos III acometió una serie de reformas para modernizar la ciudad. Existe también una leyenda que achaca el lema a la creencia de que las almas de los difuntos de Madrid se reúnen en el Cerro Garabitas de Casa de Campo para ascender al cielo.