Godot es y no es. Su existencia e inexistencia está sujeta a la posibilidad, a un acontecer incierto y débil, a un destino que, paralelo al del felino de Schrödinger, ya ha sucedido y jamás ocurrirá. En Godot está la cordura y la locura de Didi y Gogo (Alberto Jiménez y Pepe Viyuela).
Ellos son dos miserables que, a pesar de los golpes, se aferran a la dignidad y a la fantasía de vivir la vida más allá de la pura supervivencia. Juntos aguardan a un tal Godot que nunca aparece. Esa espera es a la vez hartazgo y esperanza, el hilo que cose las vidas de Didi y Gogo. Su razón de ser no aparece, pero a la mañana siguiente siempre encuentran un motivo para volver a esperar.
El escenario se antoja claustrofóbico. Los confines de las tablas encierran los límites del mundo y en ese espacio asfixiante la realidad sufre distorsiones periódicas. El hastío de la repetición desfigura el tiempo y le afloja las costuras a la razón. Didi y Gogo se sumen en la angustia vital pero no se despojan de la ternura que los salva un día tras otro. Son vulnerables, están indefensos, pero continúan. En su candidez transmiten un ánimo de seguir adelante aplicable a los escenarios, tanto o menos oscuros, de nuestras vidas.
Godot es y no es el fin. El fin como término de la larguísima espera, el fin como objetivo, el fin como cierre. Como nunca aparece, los personajes no reaccionan y viven en un estado suspendido entre el querer y el hacer. Quieren rendirse y luchan. Quieren dormir y despiertan. Pero no pierden la esperanza y se quedan. Esperan a Godot.
‘Esperando a Godot’ estará en cartel en el Teatro de Bellas Artes (calle del Marqués de Casa Riera, 2) hasta el 5 de enero de 2020. Más información y entradas en la web.
Foto: Teatro Bellas Artes