El primer capítulo de la serie periodística de podcasts La fucking condición humana se llama La verdad está en tu basura. Es un reportaje que expone un concepto detectivesco alrededor de la basura. En Ventajas de viajar en tren, la novela de Antonio Orejudo, Martín Urales es un exmilitar paranoico que vive obsesionado con la idea del control mental a través de la recogida de la basura. El fotógrafo Paco Gómez cuenta al inicio del libro de Los Modlin que mientras estudiaba la carrera, trabajaba en el servicio de recogida de basura. Y ya ahí hacía de arqueólogo de la basura para averiguar algunas cosas: ese aprendizaje es clave para entender una de las mejores historias de Madrid.
La basura contiene una narrativa, muchas historias detrás de ella y una multitud de percepciones que dependen de la categorización. La basura es un lugar, es una cosa, es un concepto… y también una cuenta de Instagram. Sandra, que se dedica al audiovisual y es DJ, abrió en enero de 2021 un perfil en Instagram llamado ‘Estoy en la basura’. La utilidad de la cuenta casi la define el nombre, pero lo cierto es que Sandra la describe perfectamente con una frase que bien podría usar de descripción para la bio de su perfil: “Madrid es un almacén de oportunidades a cero euros”, dice en una entrevista telefónica.
Sandra abrió la cuenta hace un año y medio y en ese tiempo ha llegado a la conclusión clara de que “cada barrio tiene una historia y la basura la cuenta”. La historia varía en función de la renta de las personas que habitan el barrio. Sandra dice: “Yo vivo en Puerta del Ángel y no es lo mismo lo que me encuentro en Malasaña o en Salamanca. En Malasaña todo es muy volátil: las mudanzas son de un día para otro y la gente tira todo; en Salamanca la gente tira cosas carísimas y les da igual”.
Una segunda vida
Pero la función de la cuenta de Instagram no es la teorización al respecto de lo que desecha la gente. Sandra dice que, durante la temporada de restricciones debidas a la emergencia sanitaria, daba paseos, veía cosas y se dedicaba a mandarle fotos a sus amigas preguntándoles si lo querían. Añade que “me quería llevar cosas, pero no todo”. Sandra era una flâneuse con una voluntad práctica: “yo tenía ese componente de ser caminante y encontrarme cosas, pero de una forma más aleatoria”, dice en contraposición a una cuenta de referencia como es The Trash Walker.
Al no encontrar amigas que adoptasen esas viejas televisiones, estanterías en perfecto estado o impresoras solo a falta de cartucho, Sandra abrió la cuenta de Instagram. Primero era ella quien se daba los paseos para nutrir la cuenta, ahora ‘Estoy en la basura’ se ha convertido en una especie de red colaborativa de reciclaje: “ahora subo mucho contenido que me manda la gente”.
Además del sentido práctico, Sandra destaca la cantidad de directores de arte que siguen la cuenta: “mucha gente que se dedica a la dirección de arte y busca cosas por Wallapop, las encuentra gracias a mi cuenta y me escriben para darme las gracias”.
La monetización
Otra persona que escribió a Sandra para agradecer su función como atípica celestina fue un usuario que encontró (gracias a ‘Estoy en la basura’) una silla wassily. Un mueble valorado en 400€ que le salió gratis. Sandra define esta experiencia como “la primera oportunidad de recibir una compensación económica”: el usuario le ofreció dinero a cambio de haberle ayudado a encontrar la silla.
A partir de ahí, Sandra abrió una cuenta ko-fi, una web que le permite a los seguidores donar libremente una cantidad de dinero. Sandra dice “yo recientemente me he quedado en paro y lo único que me queda es la basura”. Y al respecto de la monetización cita a su madre, “mi madre me lo dice: ¿cómo tienes tantos seguidores y no ganas dinero con esto?”.
Su sueño, dice Sandra entre risas, es que Brico Depot o Black & Decker le entreguen en donación un taladro: “yo dono el mío”, dice en clara coherencia con los valores de su cuenta. El sueño más cercano es otro: “me encantaría que se crease conciencia: hay gente que quiere tirar algo al contenedor y yo les digo ni se te ocurra, pásamelo, lo subo y en 5 minutos tiene dueño”.
Casi es literal lo de los 5 minutos. Sandra sube un mueble y es cuestión de minutos que alguien diga que se lo ha llevado: como una gymkhana urbana y constante. Al hilo de esto recomienda que cuando veas algo que te interesa en su Instagram “avances un poco, no te quedes en el story concreto porque muchas veces hay sold out en el siguiente”.