Pasado en paralelo es un proyecto fotográfico con el que Sebastian Maharg pretende «recordar por lo que pasaron los madrileños hace no tanto».
Donde hoy los edificios nos maravillan y nos damos el lujo de zambullimos en el azul intensísimo del cielo madrileño todavía late un recuerdo de dolor y miedo. Un ayer no tan lejano: la Guerra Civil tenía a la capital en carne viva hace 80 años. Entre 1936 y 1939 las fachadas estaban mutiladas por las bombas y quien miraba al cielo rezaba por no divisar un avión enemigo a punto de atacar.
Cuesta ceder a ese pensamiento cuando se suceden los paseos despreocupados de la gente y resuenan las risas de los amigos regodeándose en la liberación del viernes. Cuando las parejas dan rienda suelta al amor en cualquier esquina. Sin embargo, Sebastian Maharg aún oye el latido de la guerra en las calles de Madrid.
Nació en Chicago, hijo de una española y un escocés. Dice que percibe este conflicto bélico desde una perspectiva general, pero tampoco esconde que su abuelo materno murió luchando en el bando nacional. Tras más de quince años viviendo en España, Maharg ha palpado el tabú de la Guerra Civil. Han pasado ocho décadas y apenas hablamos de lo que sucedió.
Por eso inició Pasado en paralelo, una galería virtual donde inserta momentos de la guerra en el Madrid actual. Primero utilizó Google Street View, pero más tarde salió a la calle y arrojó su propia mirada al proyecto .
«Son imágenes que cautivan la imaginación al mirarlas», cuenta Maharg a Madrid Secreto. «Al ser sitios por los que pasamos todos los días, te implican en la historia«.
El suyo es un oficio artesanal. Tras rebuscar entre los documentos antiguos de los archivos de Salamanca, la Biblioteca Nacional o el «Archivo Rojo», el fotógrafo se patea la ciudad hasta dar con el lugar exacto donde se tomó cierta foto. No ceja hasta encontrar el ángulo preciso en que pasado y presente se engarzan en un mismo espacio. Al disparar da cuerda a un momento casi olvidado y despierta el latido de la Guerra Civil.
Hubo una foto que le dejó huella. «La de la joven miliciana con la pistola en la calle Toledo«, dice. «Mira al fotógrafo con cara de desconcierto. Da que pensar que estaría pasando por su cabeza en esos momentos. Y qué fue de ella».
Pasado en paralelo es un trabajo sin finalizar. Maharg quiere seguir desenterrando las memorias de la Guerra y encajándolas con la capital de ahora. Y, si puede, exponer sus montajes para que Madrid afine el oído y escuche el latido de su propio pasado.