Es una cuestión que no habría que explicar y que debería ser evidente, pero no se me ha ocurrido una forma mejor de empezar este artículo: igual que hablar de comida española es insultantemente inexacto, hablar de comida china es más impreciso todavía. A saber, si trazamos diferencias entre gastronomías tan cercanas (geográficamente hablando) como la vasca y la asturiana, ¿cómo no íbamos a trazarlas en un país que lo habitan más de mil millones de personas?
Es posible que te suene Sichuan; de hecho, es posible que Sichuan te suene por sus platos; y, es más: puede darse el caso de que te suene que la comida de Sichuan es picante. En ese caso, habrías acertado: uno de los rasgos característicos de la comida de Sichuan (y, por ende, de Hutong) es que su comida es picante. Ojo, picante, pero soportable y con aviso previo con una guindilla que precede al nombre en la carta.
Dicho esto: la gastronomía de Sichuan. Hutong, el redactor de Madrid Secreto. El redactor de Madrid Secreto, Hutong. Encantado, dos besos.
La guindilla, por ejemplo, precede a los callos al estilo sichuan. Los callos son un producto que es habitual haberlos probado exclusivamente a la madrileña. Y siendo un manjar como aquí consideramos que lo son: no tienen nada que ver con los de Hutong. Cortados en finas tiras, con salsa propia, los callos sichuan son un escándalo.
Igual que lo es la berenjena macerada con salsa Lao Gang Ma. Ambos platos, peculiarmente, presentan grandes diferencias con ciertas costumbres de la gastronomía española: ambos se comen fríos. No así pasa con el pato crujiente o con el mapu tofu.
Y tampoco con la lubina en salsa picante con suan cai, acompañada de fideos gruesos. Servidor, que detesta el verano solo porque no es época de sopas, tuvo una revelación delante de este plato: tallarines de boniato, cilantro, guindilla, suan cai y lubina. Ni confirmo ni desmiento que sea uno de los mejores platos de cuchara que me han puesto delante.
De reciente apertura y en el corazón del barrio de Salamanca, Hutong aspira a convertirse en un clásico instantáneo con la única pega, quizás, de que a la carta le falta atrevimiento en lo que a postres se refiere. Se lo perdonamos.
Calle Lagasca, 81 (Núñez de Balboa)
Todos los días de 13:00 a 17:00 y de 21:00 a 23:45.
El menú del día cuesta 12€. De carta puedes comer por 20/25€