Aurelia Navarro Moreno entró en un convento al no soportar la presión derivada de la controversia de un desnudo que pintó; Antonio Fillol pintó cuadros como La bestia humana, donde denunció la explotación sexual de la mujer, y fue censurado. La historia de la pintura es la historia del menosprecio a pintoras y a temas de delicado tratamiento. Y el Museo del Prado viene a reivindicar el papel de quienes promulgaron el feminismo en España durante finales del siglo XIX y principios del XX.
Invitadas es el nombre de la exposición que sirve como paraguas para esta premisa. El subtítulo de la exposición es Fragmentos sobre mujeres, ideologías y artes plásticas en España (1833-1931). Y sobre la muestra llevan los responsables de ella trabajando más de dos años: es una exposición fraguada a fuego lento por parte de todas las secciones de la pinacoteca y que rescata muchos cuadros de los sótanos de El Prado. La exposición se puede visitar desde el martes 6 de octubre y estará disponible hasta el 14 de marzo de 2021.
Dividida en 17 secciones y resultante de la elección de 130 obras, Invitadas no solo muestra obras de mujeres porque como dice Silvia Hernando en El País, el recorrido habla de “femineidad encorsetada, constreñida a un canon de virtud tanto en su interpretación idealizada como en la aberrante”. O en palabras de Carlos G. Navarro, comisario de la exposición: “se trata de un viaje critico al epicentro de la misoginia del siglo XIX”.
La exposición huye del relato oficial y muestra una realidad subyacente durante casi un siglo. De esta forma, parte de la intención de la muestra es la de reconocer la imagen de la mujer durante todos esos años. O como se explicita en la propia web de El Prado, se hace una: “reflexión sobre el modo en que los poderes establecidos defendieron y propagaron el papel de la mujer en la sociedad a través de las artes visuales, desde el reinado de Isabel II hasta el de su nieto Alfonso XIII”.