A quienes Donald Trump, con sus aires de mercachifle todopoderoso, de pastor del rebaño, les resulte rancio y anacrónico, como escapado de un circo televisivo, es porque no conocieron a Jesús Gil y Gil.
Este señor, que en gloria esté, es el hijo que Donald Trump y Silvio Berlusconi podrían haber dado en adopción a la caspa patria. Cuando a alguien se le atribuye el apelativo de «hecho a sí mismo» es porque, generalmente, se busca una eximiente.
La historia de don Gil y Gil, ese señor con los oros enredados en el vello del que cualquier hombre querría presumir, era ya turbia y preñada de culpa. Mucho antes de que se le viera pasearse en televisión en bañador para meterse en un jacuzzi rodeado de muchachas que preferirían estar en cualquier otro sitio. Carmen Rigalt le rebautizó entonces Moby Gil.
La historia de este personaje vuelve a la palestra mediática gracias a Enric Bach, Justin Webster y la plataforma HBO, donde este 7 de julio se estrenará El Pionero, una serie documental que recoge a través de testimonios de familiares, periodistas y amigos algunas de las hazañas de quien compró el Atlético de Madrid y se hizo con la alcaldía de Marbella con el objetivo principal de seguir engordando la cartera. Porque él era «comunista a las nueve de la mañana, socialista a las diez y de derechas a las once».
Como Trump, llamaba a la prensa «carroña» pero no dudó en hacerse protagonista de esa caricatura de sí mismo que Telecinco le ofreció cuando, titulada Las Noches de Tal y Tal.