Según un estudio del que se hacía eco eldiario.es, la contaminación del aire urbano puede aumentar el riesgo de mortalidad a corto plazo, a pesar incluso de darse en pequeñas concentraciones.
La investigación ha sido llevada a cabo en 652 ciudades de todo el mundo, 45 de ellas españolas entre las que obviamente estaba Madrid, y sus responsables deducen que un aumento de 10 microgramos/m3 en partículas inhalables (PM10), capaces de penetrar hasta los pulmones, y finas (PM2.5), generadas por la combustión y que pueden penetrar hasta el torrente sanguíneo, se asocia con un aumento en la mortalidad del 0,44 y 0,68 por ciento, respectivamente.
Antonio Gasparrini, uno de los autores principales del estudio, explica que «si bien el aumento porcentual de la mortalidad parece pequeño, este riesgo puede conducir a un exceso significativo en el número de muertes, dada la exposición generalizada y las grandes poblaciones que viven en zonas urbanas».
Por su parte, Haidong Kan, otro de los responsables del estudio, apunta que «la consistencia del riesgo estimado en múltiples países y poblaciones agrega evidencia sobre el posible vínculo causal entre la exposición a la contaminación del aire y el aumento a corto plazo de la mortalidad».
Los investigadores no fueron capaces de encontrar una línea roja que dibuje el límite crítico de exposición a las partículas contaminantes. No obstante, se encontraron aumentos significativos en la mortalidad incluso en niveles aceptados por las guías de calidad del aire actuales.
De manera que Gasparrini zanja: «La ausencia de un umbral discernible significa que es probable que ocurra un aumento sustancial de la mortalidad incluso con baja exposición a partículas. Estos resultados deben tenerse en cuenta al evaluar los beneficios potenciales de las intervenciones para reducir la contaminación del aire urbano, y al revisar valores umbrales existentes para la salud humana».
El estudio ha sido dirigido por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Reino Unido) y la Universidad de Fudan (China), y ha contado con la colaboración el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).