Asistimos al primer #FeverTalks, que eligió la igualdad en las start-ups como tema para su primera mesa redonda.
Siempre es de agradecer que haya empresas que decidan voluntariamente formar parte de esa sociedad civil empoderadora y de esto precisamente trataba la charla-debate Igualdad en las start-ups: cómo impulsar cambios, primera edición de los #FeverTalks organizados por la app de ocio Fever en su oficina de Madrid.
Presentado por Ignacio Bachiller, CEO de Fever, y moderado por Flor Fernández, jefa de expansión de la empresa, el evento contó con la presencia de Cristina Aranda, CMO en Intelygenz y confundadora en MujeresTech; Estefanía Lacarte, jefa de comunicación para South Europe y senior EMEA lead en Groupon; Israel Gutiérrez, socio en Adalab; y Lupina Iturriaga, fundadora y CEO en Fintonic.
Ignacio Bachiller, destacó que “en nuestra compañía tenemos un 44% de empleadas que ocupan un 47% de los puestos de management. No se trata solo de un tema cuantitativo, nos queda mucho trabajo por hacer. Somos una start-up, estamos innovando constantemente y no solo se trata de desarrollar tecnología y producto, sino que también tenemos que sentar una base y dar ejemplo”.
Cristina Aranda empezó afirmando que «las mujeres que trabajamos en tecnología somos menos del 20%. Hay que hacer una campaña para hackear los estereotipos sociales, porque no hay mayor valor que el talento empoderado”, al tiempo que se lamentaba de que en ocasiones ellas mismas cedan protagonismo a sus compañeros varones a la hora de defender un trabajo porque «a los hombres se les hace más caso, su voz tiene más legitimidad».
A lo largo del debate, que contó con la participación activa de los asistentes, estuvo siempre presente la necesidad de hacer partícipe del cambio a todos los trabajadores de una empresa, la necesidad de no pensar que el hombre, por el hecho de ser hombre, tiene menos que faena por hacer. «La innovacion social empieza por las personas. Las personas tienen que creer por qué eso es necesario. Por eso hay que involucrar a los hombres, porque los hombres escuchan a los hombres. Hay que empoderar a las mujeres que tenemos al lado«, apuntaba Aranda.
Precisamente Aranda, doctora en Lingüística, conoce bien la importancia del lenguaje como elemento configurador de la realidad. El lenguaje no es una herramienta parcial y ahí radica parte del problema y, quizá, parte de la solución. «Si yo os hablo de una eminencia médica pensaréis que es un hombre por defecto. Sin embargo, si os hablo de mi asistente, pensaréis que es una mujer. Es en nuestro trabajo, cada día, donde tenemos que cambiar esos conceptos», añadía Estefanía Lacarte.
Lacarte también subrayó la importancia de este tipo de debates: “Si existen estos movimientos es porque todavía no estamos donde tenemos que estar los hombres y mujeres en igualdad, no solo en la brecha salarial sino en concepto, como humanos. La buena noticia es que por eso estamos aquí, sabemos que esto pasa y queremos cambiarlo”.
Israel Gutiérrez, que trabaja ofreciendo la oportunidad de reinventarse a mujeres desempleadas o con empleos precarios, explicaba que su trabajo le «ha quitado muchos sesgos. Hemos tenido más de 400 solicitudes de mujeres que quieren ser programadoras», un sector copado mayoritariamente por hombres. “Hay que impulsar a las mujeres porque la diversidad en las empresas es muy importante”, apuntaba Gutiérrez.
También Lupina planteó hasta qué punto las mujeres tienen interiorizado un sentimiento de inferioridad en la jerarquía profesional -y no tan profesional-. Y a la cifra de ese 23 por ciento menos que las mujeres cobran respecto a los hombres, Lupina añadía además que “no me voy a proponer a liderar un equipo porque desde pequeñas nos han dicho que debemos estar atrás. Hay que intentar quitar egos en todos los ámbitos de la sociedad«, y aconseja: «cuando negocies, piensa como si lo hicieras por tu mejor amigo. Piensa que vales mucho porque, si no, no vas a conseguir las condiciones que deberías».
En definitiva, el debate inoculó en los asistentes, o al menos lo procuró, la idea de que el cambio no es cosa solo de unos pocos, sino de todos, y que la inclusión y la igualdad se trabajan día a día en la oficina. «La diversidad es que te inviten a una fiesta; la inclusión es que te inviten y no te quieras pirar», explicaba Aranda.