De las dos hembras contabilizadas en 2003 se pasó a 814 capturas en 2018.
Llegaron a Madrid hace alrededor de una década como mascotas y fueron sus propios dueños quienes, al abandonarlos, permitieron que los animales camparan a sus anchas por el sureste de Madrid.
Hay quienes hablan ya de plaga. De dos hembras que se contabilizaron en 2003 se pasó a las 814 capturas del año pasado, número que sin duda seguirá creciendo si no se pone remedio.
Los animales, pertenecientes a una especie americana, compiten en un entorno como especie invasora con especies autóctonas y afectando a algunas cosechas.
El contacto con estos animales, que se reparten en torno a zonas urbanas y centros comerciales, puede resultar peligroso por las enfermedades que pueden transmitir. De ahí que se hayan instalado trampas para capturarlos y trasladarlos a centros especializados para su cautiverio.