Veamos, hay determinadas situaciones en las que la espera es ineludible y molesta. En las que no se puede hacer nada sino esperar. Por ejemplo, por 25 pesetas: la llegada del Metro en la madrugada, la cola para un evento popular, un atasco en soledad y, de ahí este artículo, una colada en una lavandería.
Para este último grupo de personas, para quienes esperan pacientemente con un libro que no le gusta o gastando gigas con su smartphone, para esa gente ha llegado Lavandebar(un nombre a la altura del concepto). El concepto, por cierto, es el siguiente: un bar en el que tomar algo mientras esperas a que se lave y seque la ropa. Siendo que estas dos acciones son independientes. Es decir, no hace falta poner una lavadora para tomar un café y viceversa.
Con lo cual, todo esto se puede resumir en lo siguiente: los dueños de Lavandebar han encontrado una brecha en el mercado que (en Madrid, al menos) no había sido sanada por el capitalismo.