El Lago de Casa de Campo acabó el 2017 con un lavado de cara evidentemente necesario. Y remarcamos lo de «evidentemente» porque puede que a primera vista no pareciese algo imprescindible, pero tras hablar con Elena de la Paz, directora encargada de las obras de dicho lugar, hemos podido comprobar que sí lo era.
Han pasado más de 20 años desde que se vació por última vez y, desde entonces, su deterioro ha ido aumentando de manera considerable. De hecho, para ser más exactos, estas obras de mejora constituyen la primera reforma integral de la zona, ya que la última vez que se vació (en 1995), se hizo tan solo para su limpieza. Aunque el lago ya está libre de agua, aún queda mucho por hacer. Tal y como explica Elena, «si te das una vuelta por ahí verás que los muros están peor de lo que se esperaba. Hay 700 metros de muro en el fondo y eso es muy peligroso, porque podría haber producido un socavón o un accidente».
La encargada del proyecto ha hecho hincapié en que éste era «muy necesario» ya que, aunque era consciente del mal estado del entorno, con la desaparición del agua han podido cerciorarse de que «estaba peor de lo que pensaban». Destaca que «al principio se puso una malla de ocultación como las que se ponen en cualquier obra, pero finalmente decidimos quitarla para que todo el mundo viera el estado en el que se encontraba el lago«.
Aunque las obras puedan resultar un tanto incómodas para quien sea usuario habitual de la zona, el plan se ha estructurado para molestar lo menos posible a aquellas personas que quieran seguir disfrutando del lago y sus instalaciones. De hecho, lo más adecuado hubiese sido «vaciar el lago primero, ver el estado en el que se encontraba y después hacer el proyecto en función de lo que se observase. Se ha hecho en base a unos supuestos, por lo que en unos hemos acertado y en otros no» explica Elena, quien espera que cuando finalice el proceso la gente pueda disfrutar al máximo del resultado. Pero también es consciente de que «hay opiniones para todos los gustos. Siempre habrá alguien que diga algo como ‘han estado 8 o 10 meses haciendo la obra y vaya cosa han hecho’. En España somos especialistas en ser ingenieros y puede que alguien piense ‘para hacer lo que han hecho, no hacía falta vaciarlo’ (risas). Pero bueno, el objetivo fundamental es que los trabajos que se realicen duren otros 30 o 40 años más y que la gente quede satisfecha con lo que se va a hacer».
La directora de la obra destaca que el Lago de la Casa de Campo necesitaba resaltar su importancia. «Puede ser como el de Hyde Park o el de Central Park, que son lagos espectaculares, por lo que el lago merecía este proyecto». Elena considera que tras las obras la zona será más atractiva y hará que «la gente tenga más ganas de pasar tiempo en el lago gracias a la pavimentación, la barandilla nueva y el embarcadero y las barcas, que también serán nuevas».
Nosotros tenemos muchas ganas de ver el nuevo (y mejorado) aspecto del lago, pero mientras esperamos, te invitamos a acercarte hasta la zona para ver las cosas tan curiosas que se han descubierto tras su vaciado, porque si en el Estanque de El Retiro se encontraron una carpa de 12 kilos (además de otros elementos de lo más variopintos), aquí tampoco tienen desperdicio los objetos encontrados. Algunos de ellos no han pillado por sorpresa ni a Elena ni al equipo de vaciado, pues es muy normal haber hallado móviles (cientos), desde «los modelos más antiguos a los más modernos». Aunque a nosotros sí nos sorprendió que encontrasen urnas funenarias, para ellos también ha sido algo normal, al igual que los cientos de juguetes de niño hallados. Eso sí, los peques que perdiesen las dos Game Boys encontradas debieron llevarse un buen disgusto.
Lo que sí les llamó la atención (y la verdad que a nosotros también) es haber encontrado una torre de ordenador y algunos discos duros, ya que tal y como explica Elena, «no es algo muy normal, porque se te pueden caer móviles o relojes, que también hemos encontrado, pero no es normal que lleves eso en el bolsillo». En este caso, nos entra la vena conspiranoica y nos da por pensar que quizá alguien quería destruir algunos documentos ocultos… ¿Tendremos algún agente secreto que viva por Casa de Campo? Nuestra teoría (a la que le faltan pocos ingredientes para darse alas debido a nuestro lado cinéfilo) cobra aún más fuerza cuando Elena nos cuenta que cerca de la orilla encontraron unas 20 o 30 tapas de sartenes. Hasta ahí todo puede sonar normal (dentro de lo que cabe encontrar algo así en un lago), pero lo más curioso es que una de esas sartenes tenía un hilo que a su vez, cruzaba la tapa y estaba agarrado a una especie de contrapeso. Al tratarse de algo tan curioso, el equipo de Elena decidió llamar a la policía: «Al principio vinieron dos, pero tras ver lo que había, empezaron a venir muchos más. La policía pensaba que podía estar relacionado con algún tipo de delito, pero finalmente no nos dieron más información sobre lo que realmente era». ¡Y nosotros nos quedamos con todas las ganas de saberlo!
Esa no fue la única intervención policial necesaria, ya que en otra ocasión encontraron una pistola y algunas balas y en otra, unos huesos bastante grandes. «La policía dijo que eran huesos de vaca y que podían ser de un fémur». ¿Cómo llegaría hasta ahí? Es otra duda que nos quedaremos sin resolver.
Al igual que en el estanque del Retiro, encontraron una gran cantidad de mobiliario urbano: «bancos, sillas, sombrillas e incluso cubiertos y cazuelas de barro, que imaginamos que serán de los restaurantes de la zona». Algo que también ha sido muy normal encontrarse es una enorme cantidad de documentos personales, como DNI, tarjetas de la seguridad social o asociaciones y muchas carteras. En este caso, Elena explica que «los documentos oficiales los vamos a llevar a la policía porque si caen en manos extrañas no se saben si los podrían utilizar».
La gente que ha podido ver los «tesoros» rescatados del fango ha sugerido que se podría hacer una exposición y aunque es una idea que nos gustaría a más de uno, se ha descartado porque no hay personal ni presupuesto para ello: «Necesitaríamos a cinco o seis personas recogiendo el lago y guardando todo lo que se encontrase. Además de eso, hay sitios con muchísimo fango a los que solo se puede entrar con maquinaria. Es prácticamente una labor arqueológica».
Es una pena que no se pueda hacer, pues seguro que la exposición desvelaría cientos de historias sobre cómo han llegado esos objetos hasta allí, aunque de momento Elena nos ha contado alguna que otra anécdota surgida; como la de una señora que se acercó a preguntar si habían encontrado un anillo de oro con diamantes que se le había caído, o la de un hombre que perdió una cartera hace veinte años con cuarenta mil pesetas por la zona central. A pesar de la buena memoria del señor, creemos que debería de dejar de tener esperanza en recuperar sus preciadas pesetas, porque esa zona es la que se encuentra en peor estado y porque puede que algún pez avispado se haya pegado la buena vida a su costa.
Como puedes ver, el vaciado del Lago de Casa de Campo es mucho más que una obra y aún queda mucho por hacer, ¿deparará alguna sorpresa más?