Una colección de la cartelería más descocada de España se hace un hueco en la sala de cine hasta el 6 de marzo.
La Sala Equis (Calle del Duque de Alba, 4) no se parece a ningún otro cine de Madrid. Su condición de rara avis la vuelve proclive a ser el hogar de cosas (y personas) singulares y excéntricas, ya sea en el patio de butacas o en los escalones su bar, también contagiado de esa particularidad.
No nos extraña entonces que la cartelería erótica de 1970 haya regresado a su origen, a la última sala que proyectó cine porno en la capital, ahora reconvertida en un espacio difícil de clasificar y en el que es aún más difícil encontrar un hueco en las horas punta de la noche madrileña.
El documentalista cinematográfico y coleccionista Juan Sánchez ha cubierto las paredes del ambigú de la Sala Equis con carteles de cine picantes de hace 50 años. Eran ilustraciones donde primaba la provocación y la libertad. La propia sala considera que los márgenes de la imaginación eran más amplios en aquel entonces que hoy en día.
Es curioso ver que el erotismo no se limitaba a la filmografía pornográfica: las cintas cómicas, de terror e incluso intelectuales incurrían en algún desnudo más o menos justificado, y su publicidad no se cortaba en utilizar el sexo como reclamo para meterse en una sala de cine.
Esta colección representa una época rara y de contrastes en España: la cercanía al fin de la dictadura franquista animaba a explorar el terreno de lo que durante cuarenta años había estado prohibido.
El porno vuelve a la sala Equis, esta vez en forma de ilustraciones, para trasladarnos a otro tiempo y a otro cine.