La Luna del Cazador, que fue llamada así por los nativos americanos, servía para marcar la llegada del invierno y por tanto la necesidad de abastecerse de alimentos ante el duro frío. Debido a la caza despiadada que tenía lugar durante dicho periodo en momentos de cosecha como este, también se le conoce como la Luna de Sangre .
La primera luna llena del otoño no es roja por lo que nos pueda evocar su nombre. La luna no tiene un color, sino sólo el reflejo de una luz determinada. Y, además de esa luz, las lunas a menudo albergan también los fenómenos y los acontecimientos asociados a su ciclo.
Esta vez, la aparición del único satélite natural de la Tierra, inmediatamente después de la puesta del sol, engañará nuestra vista y la luna nos parecerá anaranjada o rojiza. El motivo es el fenómeno de dispersión de Rayleigh, que también explica por qué el cielo se nos aparece de un color diferente al atardecer.
Para ver la Luna del Cazador bastará con dirigir la mirada hacia el Este, cuando el sol ya se haya puesto, alrededor de las 19.00 horas.