
A poco más de 200 metros de la Puerta de Alcalá, el Museo Arqueológico Nacional esconde un tesoro que pocos conocen.
El Museo Británico debería aprender un poco del MAN y en lugar de llevarse partes de increíbles monumentos, crear réplicas igual de impresionantes. ¿A caso tiene sentido tener una mínima parte del Partenón entre sus paredes?
Justo por eso estamos doblemente contentos con el Museo Arqueológico de Madrid, que además de albergar piezas tan interesantes como las Damas de Baza y de Elche, esconde un tesoro en su jardín. Se trata de una réplica de la cueva de Altamira imitando a la original.
Las visitas a la gruta cántabra están muy restringidas, de hecho la mayoría de personas que acuden a visitar este monumento lo hacen a la «Neocueva», una copia minuciosa situada en el Museo de Altamira de Cantabria. Por lo tanto, Madrid es una oportunidad muy buena para poder conocer esta parte de nuestra historia sin necesidad de desplazarse.
La reproducción de la cueva está situada en los jardines del museo (en la parte que da a la calle Serrano) desde 1964. Su creación fue posible gracias a la pasión del matrimonio Pietschen, una pareja de alemanes expertos en cuevas.
Erich Pietsch pidió permiso al Estado Español para poder realizar dicha copia, pero tuvo que aceptar una serie de condiciones: crear una copia doble para que una se quedara en nuestro país y no tocar bajo ningún concepto el techo de la cueva real para no alterar su estado de conservación.
Con la colaboración de la Universidad Complutense y pagado por el gobierno español, el proyecto comenzó a tomar forma en 1962. Para reproducir las pinturas de la copia se utilizó el mismo procedimiento que se seguía en el Arte Paleolítico. Dos años después, el 14 de octubre de 1964 se inauguraba la exposición.
Después de descubrir este secreto, tan solo te queda abrir la puerta al pasado prehistórico. Esta ahí mismo, en el número trece de la calle Serano.