Apenas cinco años han bastado para cambiarle la cara a la zona más silvestre de Madrid. Cinco años y una acción muy concreta: la apertura de las presas que estancaban el agua a su paso por Madrid Río. Un mínimo cambio y una gran repercusión: más de 90 especies y una mejora incontestable de la calidad del agua.
Eran Ecologistas en Acción, los instigadores de esta iniciativa en el contexto del equipo consistorial de Manuela Carmena, quienes celebraban en declaraciones a Europa Press los logros conseguidos a mediados de la semana pasada. El Manzanares ya no es una zona desagradable por la que pasear ni un rio sobre el que se vuelcan bromas: ahora ha bajado el número de mosquitos y ha mejorado la calidad del agua.
Desde la organización ecologista también han celebrado la presencia de peces como el barbo o el gobio, así como el florecimiento de otras especies autóctonas. El saldo es positivo en todos los aspectos y los objetivos planteados en 2016, año en que se decidió levantar las compuertas que retenían el caudal del río, se están cumpliendo.
Otra circunstancia anómala –anómala en relación con las circunstancias urbanas anteriores– fue la presencia de nutrias. Biólogos y distintos expertos celebraban esta noticia poniéndola en perspectiva: hacía más de 50 años que no se veían nutrias en la zona urbana del Manzanares. En 1998, un estudio de Medio Ambiente, decía que era casi imposible que volvieran a Madrid.
Con todas las presas abiertas y el agua en constante movimiento, el nivel de agua medio ha bajado de 3,5 metros a 30 centímetros: un cambio que, puesto en contexto, ha permitido que Madrid pueda presumir de río, sino por lo caudaloso, sí por todo lo que ha generado (y está generando).