Si las historias de grandes emprendedores estadounidenses nacen en garajes, para encontrar el origen de Mi Rebotica hay que ir a una farmacia de Talavera de la Reina. Ahí fue donde la unión de los conocimientos de Estíbaliz Lancha, farmacéutica, y Antonio Serrano, perfumista, dio pie a una de las marcas de cosmética natural más fuertes del mercado.
La marca se fundó en 2012 y fue la propia Estíbaliz quien creaba (y crea) las formulas magistrales en la propia farmacia. Viendo la calidad del producto, otras farmacias pedían los botecitos que creaba la farmacéutica. Mi Rebotica se fue abriendo paso en el mercado de una manera muy orgánica hasta llegar a este año con 2.000 farmacias que tienen sus productos entre sus anaqueles y a una tienda recién abierta en pleno Malasaña.
Las ventas, dice Lara Robledo, farmacéutica y jefa de marketing, experimentaron su crecimiento fuerte hace dos años. Fue a través del online y principalmente gracias al champú con extracto de cebolla, que estimula el crecimiento. El penúltimo empujón lo han vivido durante el confinamiento: “el tema del confinamiento nos vino muy bien porque tenemos la línea de quemagrasas y anticelulíticos y eso ha sido..” y remata Alejandra, jefa de marketing digital :”¡el boom!”.
El boom, sí, pero antes que por sus productos más exitosos (el champú con extracto de cebolla o la línea de quemagrasas), Mi Rebotica se define por encontrar el equilibrio entre farmacia y cosmética. Lara Robledo dice que “cosmética magistral es la que se hacia en la propia rebotica de la farmacia y se basa en la concentración muy alta de principio activo y siempre usando la mayor cantidad posible de ingredientes naturales”.
Al preguntarle a Lara Robledo sobre la competencia, señala que “no se ha buscado hacer cosas como el resto porque la esencia es diferenciadora: no tenemos la visibilidad de otras marcas, pero esa cosmética que nace de una formulación magistral que en concentración de activos (no es por desprestigiar a otras marcas) es muy complicado encontrar en el mercado algo así. Y al final podemos ofrecer un precio bastante bajo porque somos nosotros quienes lo producimos”.
Así es: en Mi Rebotica hasta el último paso está llevado a cabo por ellos mismos. La esencia, insisten Alejandra y Lara, es el rasgo diferencial. Y esa esencia es hacerlo todo con atención al detalle, con mimo y manualmente. ¿El ejemplo más inmediato? Las etiquetas se pegan a mano.
El crecimiento de Mi Rebotica ha sido progresivo (“súper orgánico” según lo define Alejandra, que dice que piensan en “crecer en base a las necesidades que se van teniendo”) hasta llegar aquí: a la calle San Marcos, 37. De crear un primer producto hace casi 9 años a tener un catálogo con más de 150 referencias. De la trastienda de una farmacia en un pueblo de Toledo a una tienda de estética neoyorkina en pleno centro de Madrid. Siempre, claro, conservando la esencia.
Foto de portada: Ángel Biyanueba