Pareciera que en estos tiempos pandémicos es más probable viajar en tiempo que en espacio. Para ambos casos, las alternativas mediante sentido figurado son frecuentes: leer te hace viajar, probar tal plato te transporta a equis país y mirar este cuadro te aporta una emoción que es como estar ahí. El cliché es válido porque funciona y MIN 1947 es un artefacto que te permite viajar al Sanghai de mediados del siglo pasado. Breve apunte histórico: lo de MIN hace referencia a un periodo de la historia de China (comprendido entre 1912 y 1949) en el que el país era un hervidero cultural fruto del contraste entre nacionalidades.
Así pues, el objetivo, decíamos, se consigue. Una decoración y una iluminación que casi evocan a ese Deseando amar de Wong Kar-Wai. Y una cuestión (ya) más que evidente: hace años que los españoles hemos dejado de considerar el pollo con almendras el summum de la gastronomía china. Ahora hasta el más lego en cocina china conoce (y reconoce) la pimienta de Sichuan, sabe que el tofu es algo más que un alimento de anime y empieza a ver más formas de cocinar el pescado que no sean a la plancha, al vapor o a la sal.
Y si son elementos desconocidas para el lector, MIN 1947 es buen sitio para iniciarse (en este restaurante también funciona el cliché de los nativos que consumen la comida que se hace en su cocina) o para buscar la excelencia. Una excelencia, por otro lado, presente en la sopa de buda (24 horas de elaboración: abulón, vieira o aleta de tiburón y se sirve con huevo de codorniz cocido), en el arroz negro sobre flor de loto, en el pollo desmenuzado con salsa picante o el pato laqueado y los apuntes culturales como que se sirve con azúcar porque las señoras adineradas de Sanghai se lo suelen poner.
La cuestión es que en MIN 1947 el atractivo per se no es “conocer la gastronomía tradicional”. Este sería un calificativo injusto con el esfuerzo culinario detrás de cada plato: aquí el objetivo es probar un buen restaurante. Un muy buen restaurante en el que cada plato tiene una genealogía y una historia. Un restaurante en el que el valor puede ser la sorpresa, claro, pero la excelencia está presente en la calidad.
Calle del Caballero de Gracia, 22 (Gran Vía).
Alrededor de 20€ por persona.
Más información en su Instagram.