Pongámonos en situación: año 1931, obras públicas, ampliación de la calle Bailén y un obstáculo entre medias. ¿El obstáculo? Un palacio (o una parte de un palacio); el Palacio Marqués de Grimaldi, también conocido como Palacio de Godoy, fechado en 1776 y diseñado por Sabatini, al lado del Senado. ¿La solución? El derribo y a otra cosa. Esa fue la decisión que tomaron las autoridades de la época: la de derribar un edificio emblemático y dar un mayor recorrido a otra calle, emblemática también.
Año 2019, obras públicas —las obras de plaza España, concretamente—, y un descubrimiento: los sótanos de un palacio. Los operarios de las obras de plaza España, en esa labor involuntaria de cuarto poder de la ciudad, se encontraron con tres estancias abovedadas en una zona próxima al senado.
Ahora, entonces, ha llegado el momento de tomar una decisión: qué hacer con estos restos del Palacio de Godoy. La intención del Ayuntamiento de Madrid, según ha podido saber EL PAÍS a través de Peio H. Riaño, es la de conservar los restos e incluirlos en la museística urbana. Se prevé que esta acción suponga un coste adicional de un millón de euros y un retraso de un mes en la finalización de la obra.
No obstante, es la Comunidad de Madrid quien tiene la última palabra en este asunto; en la determinación sobre qué hacer con los restos de un edificio que fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2000.
Foto: Shutterstock