Un aterrizaje –buena prueba de ello son los aplausos en los que prorrumpimos al llegar al aeropuerto embarcados en los aviones de según qué aerolíneas– es siempre sinónimo de alegría. De ahí, entonces, que la metáfora funcione tan bien: cuando se habla de que tal restaurante o que tal tienda ha llegado a Madrid no decimos que ha llegado. Decimos que ha aterrizado porque aterrizar es un verbo mucho más alegre que llegar.
Por eso mismo estamos de celebración, porque Páru Inkas, un restaurante con diez años de recorrido en Argentina, en Brasil y en Uruguay, ha aterrizado en el 49 de la calle Atocha de la mano de su chef Javier Brichetto. Y sí, aunque su éxito en los tres países le avala, el aterrizaje en Europa es, muy posiblemente, el acto más ambicioso de esta firma.
Estirando aún más la metáfora del aterrizaje y del turista (si cabe), hay que decir que Páru Inkas no se ha instalado en un local convencional. Sus platos y sus cócteles (ahora vamos con esto) se sirven en el Axel Hotel Madrid, un espacio de estética centroeuropea, céntrico y bastante accesible para todo hijo de vecino.
Decíamos que íbamos con lo de los platos y los cócteles: Páru Inkas está dividido en dos espacios complementarios que integran un mismo concepto. Una suerte de pasaje separa dos terrenos de estética similar y productos diferentes. En uno, en Páru Inkas Bar (abierto desde las 18:00) se sirven cócteles. La mayor peculiaridad del espacio es la variedad de piscos macerados: Páru Inkas Bar es el único sitio de Madrid en el que te encontrarás con más de 20 piscos macerados.
Si el bartender lidera la barra de un espacio, son los itamaes quienes dominan la otra. En Páru Inkas sushi&grill la creatividad y la imaginación vuelan alrededor de la gastronomía peruana y nipona. El dominio de los platos es más que evidente. En las piezas de sushi, la soja ni siquiera es necesaria: la aromatización del arroz, la calidad de la materia prima y el aliño que acompaña a las piezas dotan a cada una de ellas del equilibrio preciso. ¿Un ejemplo? El uramaki Parma, con langostino furai, aguacate y cubierto por finas vieiras gratinadas. Otro: el Dos tunas, con tartar de atún, aguacate, laminas de atún y aliño oriental.
Lo mejor de todo es que a pesar de haber aterrizado en un hotel, la presencia de Páru Inkas no va a ser efímera. Y no lo va a ser porque Páru Inkas ha llegado para quedarse.