Hay muchas maneras de atraer a nuevos habitantes a una ciudad. Ofrecer servicios públicos de calidad, tener una amplia oferta cultural, un parque de vivienda accesible y económico… o, también, sostener un extraño récord Guinness. Este es el caso de Getafe, con el récord a la tortilla más larga de la historia; Leganés, con su récord de el dominó con vasos de chupitos más grande, 16.000; o Móstoles y su torneo de mus más multitudinario, con 512 parejas. Pero sin embargo, de todos los récords curiosos que puedan tener los municipios de Madrid, sin duda el más desconcertante es el de Pinto.
Con más de 55.000 habitantes, Pinto es el municipio más grande de España sin semáforos. El tráfico de esta localidad al sur de Madrid no está regida por semáforos, lo cual no es cosa menor ya que tiene una superficie de 61,9 kilómetros cuadrados. Pero, ¿por qué el rechazo a estos postes de tráfico?
Sin semáforos desde 2007
Como en el resto de España, los primeros semáforos llegaron a Pinto a finales de los 70. Según E-Pinto, en 1975 el concejal delegado de Tráfico del municipio, Rafael Mendoza Sánchez, presentó la documentación necesaria para introducir la nueva señalización en Pinto. Los nuevos semáforos, proporcionados por la Sociedad Ibérica de Construcciones Ibéricas, servirían para mejorar la circulación urbana de los pinteños. Sin embargo, no sería hasta marzo de 1979, gobernando ya otro alcalde, cuando se votó por unanimidad la instalación de las señales. La instalación de semáforos en varias intersecciones de las calles de la población costaría 5.963.083 pesetas.
Ahora bien, esta novedosa señalización no duraría para siempre. En diciembre de 2006, la concejalía de Movilidad Urbana de Pinto eliminó de forma definitiva los últimos semáforos que quedaban. Estos, ubicados en ambos sentidos de la calle Castilla y su confluencia con la calle de Asturias, pudieron ser retirados debido al cambio del sentido del tráfico. Según la nota de prensa que emitió el Ayuntamiento en su momento, “la calle de Asturias sólo es transitable para vehículos en sentido a la calle de Cataluña, por lo que dejar los semáforos hubiera supuesto esperas innecesarias a los conductores”.
Anteriormente, en 2004, ya se habían eliminado los semáforos de la Cañada Real de la Mesta, uno en cada sentido, y en la confluencia con la calle Cataluña. En su lugar, se instaló una nueva rotonda que regulara el tráfico por sí misma.
El primer semáforo de Madrid
El 17 de marzo de 1926 marcó un hito en la historia del tráfico urbano en España con la instalación del primer semáforo en el cruce de la calle Alcalá con la actual Gran Vía. Este punto estratégico, donde residían las principales firmas de automóviles y concesionarios como Citroën, Fiat o Renault, presenció la introducción de un sistema de control de tráfico nunca antes visto en nuestro país.
Esta iniciativa, concebida por el ingeniero Joaquín Moro, reunió el día de su inauguración a una gran marabunta de gente. El alcalde, las autoridades y cientos de curiosos rodearon esa farola con luces de colores que acababan de instalar en una de las avenidas más transitadas de la ciudad. Ahora bien, la introducción de esta tecnología no solo requería la instalación de los semáforos en sí, sino también un esfuerzo de educación vial en la ciudadanía. Los periódicos y revistas de la época se llenaron en las siguientes semanas de numerosos artículos, anuncios e incluso viñetas humorísticas que explicaban el funcionamiento de los semáforos.
Estas nuevas señales requirieron de una inversión significativa, cercana a las 24.000 pesetas, y casi dos meses de trabajo para su completa implementación. Sin embargo, a pesar de la novedad, estos semáforos inicialmente estaban dirigidos únicamente a los vehículos, sin considerar la regulación para los peatones. No fue hasta la década de los cincuenta cuando se introdujeron las figuras humanas que todos conocemos, las cuales resaltaban sobre los colores del semáforo, permitiendo regular tanto a coches como a peatones de manera conjunta.