El invierno suave y la ausencia de autorización el año pasado para fumigar con algún producto químico han disparado la presencia de orugas procesionarias esta temporada en Madrid.
Los expertos hablan de la peor plaga reciente y la prohibición por parte de la Unión Europea de usar productos cerca de parques, colegios o residencias de la tercera edad han empeorado la situación.
El Consistorio ya estuvo trabajando en la destrucción de sus refugios de invierno (cada nido alberga entre 150 y 200 orugas) pero no ha sido suficiente, y se ha tenido que destinar un millón de euros más para que alrededor de un centenar de operarios recoja las orugas a mano.
Cada día se están retirando entre 600 y 700 nidos, el doble que los años anteriores en los que las orugas fueron menos numerosas.
La recomendación de los expertos es no manipular a los insectos con palos. Menos aún sus nidos. Un experto del Ayuntamiento comentaba a ABC que «hace años se registraron casos de cegueras porque a alguna persona se le cayó el bolsón en la cara; también ha habido casos graves en perros, que se ha llegado a tener que cortar la lengua».