Ese momento en el que un viernes dices aquello de «hoy no salgo hasta muy tarde, que mañana quiero madrugar para hacer cositas», algo muere dentro de ti.
Es normal. La edad no perdona y planes como las cañas de domingo al mediodía, los juegos de mesa y el ganchillo sustituyen a aquellas noches en que volvías a casa cuando abría el metro.
La RAE aún no ha visto el momento de incluir el término viejoven en su diccionario, pero todos tenemos muy claro qué significa y por qué encajas en él. Así que deja de complicarte. Ya no estás para correr delante de los municipales cargando con el botellón. Eres un viejoven de manual y alégrate, porque estás a un paso de la seductora senectud de George Clooney.
Aquí tienes algunos síntomas… planes, perdón, queríamos decir planes:
Hacer la compra en más de un sitio y comprar cosas a granel
Encontrar una cafetería con sofás y libros y sentirte en el paraíso
Dejar de hacer planes por hacer vida sana, eso que llaman deporte, y fracasar en el intento
Ir tempranito al Rastro para que no te quiten los chollos
Tirar de juegos de mesa para rellenar la noche del sábado
Quejarte de todo lo que tenga que ver con el transporte público
Pensar que la lotería es la única manera razonable de solucionar tus problemas
Que todo lo que haga la juventud te parezca desagradable, indecente, impropio de gente de su edad, punible con la cárcel…
Tirar de cositas verdes y pechuga de pollo cuando sales a cenar por ahí, porque cenar fuerte te sienta mal
Desarrollar una desconocida pasión por los puzzles