La verdadera esencia de una ciudad (aquí podría caber la palabra Madrid igual que cabe cualquier otra ciudad) son las plazas. Es imposible entender una ciudad sin sus plazas. Las plazas son en sí mismas victorias populares porque la plaza es peatonal por naturaleza y su mera existencia supone la prevalencia peatonal sobre la vehicular.
Una plaza es un elemento urbano a partir del que se articulan los barrios: el eje de un círculo concéntrico. Las plazas, de hecho, sirven muchas veces para dar nombres a los propios barrios. Apenas hay calles de enjundia que no lleven a plazas: las calles más importantes, podría decirse, son las que conectan plazas. Carretas o Preciados en el caso madrileño.
Las plazas son, además, escenario de conciertos, de mercados, de stands promocionales, hábitat natural de gente que se disfraza de Dora la Exploradora, punto de quedada por excelencia. No hay ciudad sin plazas y no hay plazas sin ciudad.
Por lo expuesto en estos párrafos, quizás, algunas de las imágenes más desoladoras de esta cuarentena nos las han dejado las plazas. De alguna forma, una plaza vacía evidencia (más que ningún otro espacio) la situación anómala e insolita de una ciudad vacía. Una calle puede estar vacía; una plaza, rara vez lo está. Y Ángel Biyanueba ha captado con su cámara toda esta soledad.
1. Plaza de Cascorro
2. Plaza de La Latina
3. Plaza de los Carros
4. Plaza Mayor
5. Plaza de Lavapiés
6. Plaza Santa Ana
7. Plaza Jacinto Benavente
8. Puerta del Sol
9. Plaza de Callao
10. Plaza de Juan Goytisolo
Fotos: Ángel Biyanueba