El 5 de junio es el día mundial del medio ambiente y seguro que hay un montón de actividades (responsables con la naturaleza, of course) para celebrarlo. Habrá gente que ni se entere de que “ocurre” ese día y otra por el contrario, se sentirá totalmente defensora de la causa y hará todo lo posible por demostrar lo mucho que le interesa cuidar el planeta en el que vive, aunque sólo sea por un día (porque el resto se le olvidará por completo).
Por otro lado, están los que creen que lo son siempre y se indignan si les dices que se están contradiciendo con algunas de las cosas que hacen, cómo éstas:
Comprar alimentos ecológicos (dejarse 5€ en un plátano y una berenjena), pero preparar la sopa con avecrem.
Tener 5 cubos de basura para separar unos materiales de otros y dejarse las bolsas de los hielos, los vasos de plástico y las botellas de cristal en el descampado donde haces botellón.
Comprar papel para el baño reciclado y acabar comprando toallitas desechables porque el papel te ha dejado delicada determinada zona.
Odiar a las empresas que experimentan con animales (sin saber cuales son) mientras te bebes una Coca-Cola, cuya compañía es una de las más contaminantes del planeta.
Tener tu Mac Pro lleno de pegatinas que muestran lo anticapitalista que eres.
Utilizar folios reciclados y comprarte una carpeta diferente cada año para llevarlos.
Poner la calefacción tan alta que te paseas por la casa en manga corta (aplicable también al frío polar del aire acondicionado).
Indignarte cuando un amigo no recicla mientras te enciendes un cigarro.
Reciclar y utilizar el coche para sacar la basura.
No utilizar cepillo de dientes eléctrico, pero dejar el agua abierta mientras te lavas los dientes.
Utilizar bombillas de bajo consumo, pero encender la luz a las cuatro de la tarde.
Programar un lavado rápido en la lavadora para gastar menos agua y poner la secadora en verano.
Reciclar cartón en una bolsa de plástico y echar la bolsa al contenedor del cartón.