Mucho se habla sobre el prodigio de orfebrería que implica la construcción de un reloj y poco (o nada) sobre los orfebres que ponen en marcha su mecanismo. Como unos grandes artistas olvidados o como unos obreros del tiempo –si se permite la expresión– cuyo trabajo importa bastante menos que su nombre.
En la fachada de la iglesia de la Concepción de Nervión, en Sevilla, se encuentra el reloj oficial del Ayuntamiento de Sevilla, que fue construido en Londres por Francisco José Rodríguez de Losada, la misma persona que creó el reloj de la madrileña Puerta del Sol.
El reloj oficial del Ayuntamiento se inauguró en el año 1862, pero en 1955 el Ayuntamiento decidió adquirir uno nuevo y retirar y trasladar el original o el viejo a la iglesia de la Concepción.
A modo anecdótico, el 28 de octubre de 1868 el Ayuntamiento de Sevilla remitió un oficio al Cabildo Eclesiástico con el fin de que el reloj de la Catedral se sincronizara como el de las Casas Consistoriales, y así evitar el desconcierto tradicional en los ciudadanos ya que las campanas sonaban de forma discordante entre los relojes principales de Sevilla.
Más curiosa es todavía la historia del creador del histórico reloj, José Rodríguez Losada, un hombre que escapó del mundo rural, luchó contra el absolutismo, siendo perseguido por ello. Se vio forzado a huir y se refugió en Francia y Londres, donde recibió un encargo que lo consagró como uno de los mejores relojeros de su tiempo: reparar el emblemático Big Ben.
Posteriormente, cuando regresó a España durante el gobierno de Isabel II y los liberales, se encontró con las reformas del ensanche de la Puerta del Sol y decidió solucionar los problemas que había por el mal funcionamiento del reloj, donando a los madrileños el reloj que congrega a los españoles en Nochevieja. Inexplicablemente, Losada no cuenta con ninguna calle en Madrid que reconozca su gratitud.