Nuestra seguidora y fiel colaboradora Mariví Vidal Villalba nos descubre en esta ocasión que uno de nuestros dichos más famosos nació en nuestra ciudad. ¿Sabéis dónde se montó la marimorena por primera vez? Ella sí y ha querido compartirlo con todos nosotros:
Madrid guarda multitud de secretos y anécdotas. Unas más recientes y otras no tanto, pero no por ello dejan de resultar curiosas y llamativas….
Cuántas veces hemos oído y utilizado la expresión : «¡Se armó la marimorena!». Pues bien, esta expresión tan arraigada y popular en nuestros días, es un tanto castiza, y según cuenta la leyenda y algunas crónicas, esta se armó por primera vez en la Villa de Madrid.
Allá por el siglo XVI, hacia 1579, en pleno Madrid de los Austrias, tuvo lugar un curioso episodio.
En la calle Cava Baja, había una taberna que estaba regentada por un matrimonio. Él respondía al nombre de Alfonso de Zayas, y ella al de María Morena. Si bien es cierto que no queda esclarecido si el nombre de la protagonista obedece en realidad a su apellido o bien a un mote en alusión al color de su pelo, en cualquier caso los lugareños que frecuentaban su negocio referían a ella como «Mari Morena».
Esta era una mujer de armas tomar: no tenía ningún tipo de reparo ni complejo en “poner en orden” a todo aquel que se iba sin abonar la consumición y a aquellos que protagonizaban algún altercado cuando el vino hacía más efecto de la cuenta.
En el Madrid de la época (se había trasladado la Corte desde Valladolid) la Villa atraía al más amplio abanico de personajes, desde buscavidas vividores hasta el más alto de los linajes y gentes de postín. Muestra de ello era la clientela de nuestra protagonista.
Un día de 1579, recalan en la taberna un grupo de soldados sedientos, reclamando a la mesonera un buen caldo con el que ser servidos para apagar su sed. Tras atender su petición, los soldados, no satisfechos, reclaman a María Morena otra nueva ronda de caldos, pero que esta vez fueran de mejor calidad. La dueña les respondió que en su trastienda efectivamente había vinos de gran solera, pero estos estaban reservados a una clientela más selecta.
La respuesta parece ser que no fue del agrado de los soldados. La dueña del local lejos de amedrentarse, ya que estaba curtida en hacer frente a parroquianos no muy sobrios, elevó bastante el tono de la “conversación”. La situación se fue desbordando hasta el punto que se desencadenó una monumental trifulca entre todos los allí presentes. Entre ellos, la más experta, tanto en cantidad como en calidad en repartir insultos y golpes, era la tabernera.
La refriega alcanzó tales proporciones, que para que las aguas volvieran a su cauce, fue necesaria requerir la presencia de la autoridad. El altercado fue muy comentado por las calles y en los mentideros de la Villa y Corte.
Tal fue la repercusión que tuvo, que poco después comenzaría a acuñarse la conocida expresión: “ se armó la marimorena”, para hacer alusión a peleas y refriegas de cierta envergadura.
Lo que no sabemos, ni tampoco cuentan las crónicas, es que si después de tal espectáculo, los soldados se atrevieron a volver a hacer acto de presencia en el local de María Morena…