Poco antes de que estallase la Guerra Civil en nuestro país, la República Española miraba con fascinación y simpatía hacia el este de Europa, en el que se había conseguido levantar «el acontecimiento económico y social más formidable del mundo moderno». La curiosidad por la Unión Soviética en nuestro país llevó a la creación de la Asociación de Amigos de la URSS en 1933, un espacio que poco después, acabaría convirtiendose en un contrapunto frente a la propaganda franquista.
Pero para llegar a responder la pregunta del titular, hay que avanzar un poco más. Corría el año 1937 y España se encontraba en plena Guerra Civil. Puede que algunos no lo sepáis, pero durante este período, ambos frentes obtuvieron la ayuda de combatientes procedentes de Rusia: hubo voluntarios y consejeros soviéticos apoyando a los republicanos, pero también hubo oficiales rusos en el partido franquista. Aunque el bando republicano contó con un número mayor de hombres de Europa del Este que el ejército de Franco, el número total de rusos en la Guerra Civil española es menor del que en esos momentos se creía, ya que se estima que fueron 2.000 soviéticos los que lucharon en España.
A pesar de ello, el frente republicano se sintió muy respaldado por la URSS, que colaboró con abundante material bélico, como vehículos blindados, aviones, tanques, piezas de artillería, ametralladoras, fusiles, bombas de aviación, y hasta con 862 millones de cartuchos y 3 millones y medio de proyectiles.
Debido al apoyo ruso y al fervor del bando republicano (que cada vez estaba más asentado en nuestro país) hacia la URSS, tan solo unos meses después del comienzo de la guerra sucedió en Madrid algo muy peculiar. En octubre de 1937, la Puerta de Alcalá lució los retratos de Stalin, Litvinov y Voroshilov (líderes de la Unión Soviética), el escudo de dicho Estado y un letrero en el que se podía leer «Viva la U.R.S.S» para festejar el XX aniversario de la revolución de octubre. De esta forma, la Asociación de Amigos de la URSS rindió homenaje a una nación con la que se sentían identificados.
Además, esta no fue la única señal de admiración que los españoles republicanos dieron a la Unión Soviética, porque entre 1937 y la caída de Madrid (el 1 de abril de 1939), el gobierno republicano había bautizado la actual Gran Vía madrileña como Avenida de Rusia y poco después, como Avenida de la Unión Soviética.