Quien no haya tenido miedo de la caída de algún diente es porque no ha tenido primos o hermanos que le han hecho bromas con mala leche al respecto: «no te va a volver a crecer» o «se te van a caer todos al mismo tiempo». Pero la cosa cambiaba cuando aparecía la figura del Ratoncito Pérez.
Ese pequeño roedor podía vencer tu temor a perder tus primeros dientes de leche solo por saber que sorpresa te había dejado bajo la almohada la noche anterior. Nunca podremos explicarnos como él y los Reyes Magos pueden recorrer distancias tan largas en tan solo una noche, aunque si pasaste tu infancia en la capital, seguro que tu cama era una de las primeras paradas del señor Pérez, pues es tan madrileño que incluso podemos decir que es gato.
Sí, el Ratoncito Pérez es madrileño y además, nació en pleno centro de la capital. Su pequeña morada se encontraba en una caja de galletitas Huntley dentro de la pastelería Carlos Prast (situada en el número 8 de la calle Arenal). De hecho, a día de hoy puedes conocer la humilde morada de este recolector de dientes en la primera planta de esta misma dirección, pues aunque él ya no vive ahí, su casa hace las veces de museo y se puede visitar.
Ahondando un poco más en sus orígenes, el Ratoncito nace entre las impresionantes paredes del Palacio Real a finales del siglo XIX de la mano del padre Coloma (novelista y periodista de la época), quién creó la figura del roedor para evitar el temor del pequeño Alfonso XIII ante la pérdida de sus premolares.
Así, la imagen del recolector de dientes fue adquiriendo forma y fuerza (tanta que a día de hoy, el roedor sigue trabajando de forma activa). La historia cuenta que el Rey Buby I (así es como la regente Maria Cristina se refería al pequeño príncipe) colocó su primer diente de leche bajo su almohada junto a una carta para el Ratoncito y tras eso, ambos comenzaron a recolectar durante la noche los dientes de los niños madrileños para llevarlos hasta la casa del roedor.
A día de hoy, además de su propia Casa Museo, el señor Pérez cuenta con una pequeña estatua y una placa conmemorativa junto a su casa, en la que se puede leer: ‘Aquí vivía dentro de una caja de galletas en la Confitería Prast el Ratón Pérez’.