La Lechería Cántaro Blanco (Calle Manuela Malasaña, 29) despacha leche fresca de vaca a granel en el barrio más moderno de la capital. Y el adjetivo «fresca» no podía ajustarse más a la definición: la leche se ordeña solo un par de horas antes de llegar a la tienda.
El lujo de la leche fresca es poco común en Madrid, donde nuestra conexión con la vida rural se limita a los paseos por la Casa de Campo o las excursiones puntuales a algún pueblo. De ahí que las garrafas de Cántaro Blanco se agoten a las pocas horas de reponerse en las estanterías. Toca madrugar para beberse un buen vaso de leche al estilo de Heidi.
La vaquería no está en Madrid, obviamente. No muchos locales comerciales de Malasaña tienen las dimensiones óptimas para acoger una explotación ganadera en la trastienda. Por eso, las 15 vacas de las que sale esta leche viven en Peguerinos, un pueblo de la provincia de Ávila.
La leche recién ordeñada sale directa hacia Madrid casi de madrugada, y llega los martes y los viernes a Cántaro Blanco hacia las 9:00 h de la mañana. A las pocas horas, se cierra el grifo: los vecinos se han llevado hasta la última gota.
En la lechería se puede comprar a granel desde un cuarto de litro de leche pasteurizada a bajas temperaturas, un proceso que permite conservar las propiedades y las nutrientes de esta bebida. El litro de leche fresca cuesta 1,15 euros.
Javier, el dueño de las vacas, es el único ganadero que trae leche fresca a Madrid desde la sierra. Una reportera del programa Mi cámara y yo de Telemadrid se ha pegado el madrugón para visitar la granja y seguir el recorrido diario de la leche. Puedes ver el reportaje completo aquí.