La exposición muestra cómo las vanguardias portuguesas hicieron suyas las corrientes europeas, adaptándolas a la idiosincracia portuguesa.
El eterno debate sobre qué es el arte, sobre sus límites y sus influencias, sobre qué viene antes, si el huevo o la gallina, es sempiterno. Y la exposición Pessoa. Todo arte es una forma de literatura viene a aportar su granito de arena. Pero sobre todo nos trae las vanguardias portuguesas, ese país vecino que aún desconocemos.
La exposición, organizada por el Museo Reina Sofía, supone un repaso a las joyas de los mejores pintores vanguardistas lusos a través del poeta y pensador Fernando Pessoa (1888-1935) y sus alteregos artísticos (sus heterónimos llegaron al centenar).
Más de 160 obras de unos 20 artistas componen la muestras. José de Almada Negreiros, Amadeo de Souza-Cardoso, Eduardo Viana, Sarah Affonso, Júlio o Sonia y Robert Delaunay, son solo algunos de ellos, así como abundante documentación original (manifiestos, libros y revistas, correspondencia, etc.), todo ello procedente de diversas colecciones privadas e instituciones como la Fundación Calouste Gulbenkian- que presta 56 obras-, la Biblioteca Nacional de Portugal o el Centre Georges Pompidou, entre otras.
La muestra viene especialmente a subrayar cómo los artistas portugueses hicieron suyas las vanguardias de los centros neurálgicos de la época, asimilándolas pero reconfigurándolas al mismo tiempo. Así el futurismo, el cubismo o el orfismo toma un cariz castizo, adaptándose a «lo portugués» (si es que tal cosa pudiera definirse con precisión).
La obra podrá visitarse hasta el 7 de mayo de este año.