Los expertos en vino están de acuerdo en que el tapón de corcho de las botellas de vino es innecesario, un accesorio que aporta distinción o que, por el contrario, significaría un vino de peor calidad si no lo tuviera. Pero, ¿es así realmente?
Lo cierto es que no. El tapón de corcho, al ser poroso, tiene la propiedad de dejar penetrar en la botella pequeñas cantidades de oxígeno, lo que favorece la evolución del vino. Esta evolución es necesaria en vinos de gran añada, pero completamente innecesaria en vinos jóvenes, que son los que consumimos mayoritariamente.
No es raro ver (especialmente en otros países del norte de Europa) vinos comercializados en botellas de vino que se sellan con un tapón de rosca hecho de aluminio. Entonces, ¿por qué no podría comercializarse el vino en lata?
Así debió de pensarlo la empresa catalana Glass Canned Wines. El resultado de la idea es un producto más fácil de transportar, más ligero, sin preocupaciones de que el vidrio se rompa y por tanto más seguro, y hecho a base de aluminio reciclado en un 76 por ciento y 100 por 100 reciclable. Y por supuesto sin dañar las propiedades del vino. Por el momento comercializan un vino tinto, otro blanco y otro rosado, y dos espumosos, uno blanco y otro rosado.
En resumen, como ya hemos dicho, asociar un vino bueno al viejo ritual de sacacorchos responde más a una vieja costumbre que a un patrón de calidad real del producto. Lo podrás comprobar tú mismo a partir de este mes de febrero, cuando empiecen a llegar a los supermercados.