En distintos lugares del mundo es costumbre recibir un vaso de agua nada más sentarse a la mesa de cualquier restaurante, bar o tugurio. No hace falta pedirlo ni pagar por él cuando llega la cuenta. En otras geografías más cercanas a la nuestra, este gesto incluso es obligado por ley. Pero no es así en Madrid, ni parece que vaya a serlo pronto.
El agua de Madrid es de las mejores de España, según revelan los análisis científicos. Del grifo brota un agua clara, limpia e insabora de la que presumimos cuando salimos de nuestra región, pero no todos los bares te la dan gratis. Y en realidad no tienen por qué hacerlo: todo depende de la voluntad de quien manda en el local de turno.
La Asamblea de Madrid aprobó en diciembre una proposición no de ley para fomentar el consumo de agua del grifo en el ámbito hostelero. La medida se queda en una simple y llama recomendación que no es de obligado cumplimiento para nadie. El proyecto original que pretendía regular sobre el agua gratis, hizo saltar las alarmas de los empresarios.
La Asociación Hostelería Madrid se ampara en criterios económicos para proteger su derecho a negar el agua del grifo gratuita a los clientes. Y hace una lista de todos los costes que acarrea dar un vaso a cambio de nada: el servicio del camarero, el del canal de Isabel II, el detergente para limpiar los vasos, la energía de los lavavajillas, el uso de las instalaciones y un prolijo etéctera.
El coste del H2O que mana del grifo asciende a 0,0015 euros por litro. De ahí que la rentabilidad de vender agua sea mucho (muchísimo) mayor que la de ofrecerla por cortesía. Según el diario El Mundo, el agua del grifo es 140 veces más barata que la embotellada.
No muy lejos de la capital, en Navarra, Baleares, Andalucía y Castilla y León el vaso de agua gratuito es obligatorio. Madrid, sin embargo, ha dejado pasar la oportunidad de seguir por este camino, que es tanto una cuestión de salud pública (Naciones Unidas afirma que el agua es un derecho humano) como de sostenibilidad medioambiental.
De momento, en Madrid la decisión corresponde al propietario del establecimiento, que puede adoptar la recomendación de la Asamblea o cobrar a sus clientes por el agua (del grifo o embotella) sin posibilidad de réplica por parte del consumidor.
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