«Cosas interesantes de misterios, por eso me he cogido este», contesta Daniela (8 años) a la pregunta sobre qué es lo que más le gusta leer, mientras enseña sonriente el libro Historia Antigua, de Claudia Martín. Sus hermanas Olivia (8) y Amanda (2) también sostienen entre las manos un par de lecturas que se llevarán a casa: «Hace poquito que se han sacado el carné y están supercontentas de poder sacar libros», nos cuenta Bea, su madre.
Daniela, Olivia y Amanda son algunas de las usuarias más recientes de la línea 4 de bibliobús –el servicio de bibliotecas sobre ruedas– en Quijorna, un pueblo de la Comunidad de Madrid que en 2022 registraba una población de 3.683 habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Como en una mudanza eterna y recurrente, estas bibliotecas nómadas llevan en tránsito desde 1953 –cuando en lugar de un autobús se empleaba como vehículo un todoterreno con remolque– que se movía principalmente «por las zonas obreras de Madrid, así como por algunos pueblos de las cercanías», informaba un NO-DO de la época en diciembre de 1953 [a partir del minuto 4:14].
A ese primer remolque se le sumaría un segundo en 1956 y un tercero en 1963, pero no fue hasta 1986 cuando arrancó el servicio de bibliobús tal como lo conocemos hoy. Y aunque en estos 70 años han cambiado muchas cosas de este servicio, su objetivo se ha mantenido intacto: «Llevar la lectura a aquellos sitios donde no es accesible directamente y conectar las zonas rurales con la cultura«, explica a este medio Carlos García-Romeral, Jefe de Área de Servicios Públicos de Lectura de la Comunidad de Madrid.
Cada bibliobús dispone de una superficie útil para uso bibliotecario de 21 m², en los que se pueden transportar entre 3.000 y 3.500 documentos entre libros, películas, música, audiolibros, revistas… «El contenido se adecúa al tipo de parada y también informamos de los servicios de lectura que hay en la Comunidad de Madrid», señala García-Romeral.
No obstante, lo que hace tan especial al servicio de bibliobús no tiene que ver con el hecho singular de que se trate de una biblioteca sobre ruedas: «Es un servicio de cercanía, muy familiar. A la técnico del bibliobús la llaman por su nombre. Eso ya lo dice todo«, resume Estefanía González, Jefa de Servicio de Bibliobuses.
Una ‘familia’ unida por la carretera y las lecturas
Ese nombre, en el caso del bibliobús de la línea 4, es el de Isabel Sánchez García –Isabel o Isa para los quijorneros–, que lleva 15 años haciendo este trayecto: «Cada uno estamos asignados a una ruta porque así conocemos más a los usuarios, sus gustos literarios… Sabemos que en esta parada a Carmen le gusta la novela histórica, a otras la novela romántica, la policiaca, libros de autoayuda… y cada bibliobús tiene más desarrolladas algunas secciones», explica.
Así, Isabel lleva más de una década recomendando lecturas a los usuarios de toda la vida, pero también a los que se van sumando por el camino: «Cuando vienen los nuevos usuarios me dicen ‘Recomiéndame alguna novela’. Y les recomiendas y ya a partir de la siguiente visita te dicen ‘Bueno, quiero que me sigas recomendando porque das en el clavo'».
Entre las usuarias más veteranas está Alicia, una estudiante apasionada de la lectura a la que Isabel conoce desde que era apenas una niña. Por eso, cuando va a devolver los libros que ya ha leído y a cambiarlos por los que se llevará prestados, la conversación no solo gira en torno a la literatura.
«Ya son como parte de la familia. Conoces no solo sus gustos, sino que muchas veces te comentan también sus situaciones personales. Es muy entrañable y el contacto es muchísimo más directo«, resume Isabel.
¿Cuántas líneas de bibliobús hay en la Comunidad de Madrid?
En la Comunidad de Madrid hay nueve líneas de bibliobuses, y no solo hacen rutas por los pueblos de la región: «Disponemos de cinco líneas para núcleos rurales (1,2,3,4 y 5), de dos para el área metropolitana (Metropolitano 1 y Metropolitano 2) y de otras dos para Madrid (Madrid 1 y Madrid 2)», comenta Estefanía.
En cada préstamo, los usuarios y usuarias pueden llevarse un máximo de seis libros, seis audiovisuales y seis revistas por un periodo de un mes presentando el carnet –para obtenerlo solo es necesario un documento de identidad oficial–. Como en una biblioteca al uso, en la página de bibliobús se puede consultar el catálogo de cada bus, su disponibilidad e incluso hacer peticiones para recoger en la siguiente visita.
La frecuencia de paso puede ser semanal o quincenal, como en el caso de Quijorna, y se espera con muchas ganas: «Están expectantes a que lleguemos. La parada empieza a las 16h y a las 15:50h ya nos está esperando la gente», cuenta Isabel.
Una hora después de su llegada, el bibliobús nº4 se despide de esta familia que ha ido construyendo con los años a base de muchos kilómetros y otras tantas lecturas, hasta su próxima visita.