Madrid, capital económica, administrativa y, claro, también cultural de España. Repasamos algunas de las lecturas que hemos reseñado en Madrid Secreto y las recopilamos en un artículo. Aquí tienes diecisiete buenos libros ambientados en Madrid.
1. La imagen secreta de Montero Glez (Pepitas Editorial, 2019)
Montero Glez se sirve de una entrevista a García Alix para presentar un Madrid que ya no existe y que evidentemente no volverá (“A las personas que crecimos en un Madrid antiguo, nuestra memoria nos lleva a andar a gatas por calles donde todavía existen las vaquerías empotradas en los edificios. Es el Madrid de los corrales, el Madrid de los traperos y del afilador, el Madrid de los serenos a los que se llamaban dando palmas”). Y también para presentar a la élite cultural de un movimiento marginal: marginal por crearse en los márgenes, marginal por no tener reconocimiento instantáneo. Una élite marginal multidisciplinar que está integrada por Iván Zulueta, por Camarón, por Ceesepe, por el propio García Alix o por el mismo Montero Glez. Una élite cultural que “es la música que un buen día, o una buena tarde, recogió en El Rastro de Madrid donde empezó todo a finales de los setenta del pasado siglo”.
Esta élite cultural (concepto, el de élite, que no me parece especialmente adecuado y que evidentemente no refiere a la posición socioeconómica de los integrantes) tiene morfología de generación. O de Generación. Generación es un término, por lo general, bastante depauperado: basta un mero factor contextual para aglutinar a una jurria de autores bajo el concepto generacional. Generación, si tenemos a bien entenderlo como los Beats, referiría a una unión no solo temporal, sino también afectiva e incluso colaborativa. Cosa que aquí sí que existe o existió; cosa de la que Montero Glez da buena cuenta.
A.D.N.
2. Lo que cuentan los niños de Elena Fortún (Renacimiento, 2019)
El título –Lo que cuentan los niños (Renacimiento, 2019)– es lo bastante sugerente, expositivo y meridiano como para entrar a hablar de la sinopsis. Aun así: Lo que cuentan los niños es la intención, la voluntad y la acción de poner el foco en el sector más desprotegido de la sociedad (aquel, además, que ha sido precozmente integrado en la vida laboral) y conocer qué tienen que decir. Elena Fortún, en suma, entrevista a niños que trabajan.
Surge, entre estas páginas, el Madrid más social, más castizo y más popular de la época. Un relato de Madrid que no está construido por la burguesía, sino por niños con nombres, trabajo y apellidos. De hecho, la burguesía es el público al que va dirigido el mensaje, que se publicó en Gente Menuda, el suplemento infantil del ABC. Elena Fortún, entonces, es solo el catalizador o el mensajero de un mensaje que tiene en los niños a los emisores y a los receptores. De hecho, es tan notoria la diferencia de clase que prevé Fortún que muchas veces aclara determinadas cuestiones porque sabe que los niños de clases acomodadas no van a entenderlas.
A.D.N.
3. Yas de Eduardo de los Santos (Alfaguara, 2020)
La literatura de Madrid en 2020, bien pensado, es un lienzo en blanco. O, mejor, un lienzo con compartimentos en el que cada escritor puede desarrollar sus historias. No pasa así, por ejemplo, con Barcelona, que es una ciudad reconocible desde el tropo literario: la demonización del turismo o la independencia —aunque Cercas en su última novela haya hecho una pirueta sin precedentes para evitar ambos temas— son tropos recurrentes y necesarios para el dibujo de la ciudad (Zanón, Morales, Torné…) en 2020. En Madrid, digo, no pasa eso porque Madrid no genera una opinión común y porque no se ha escrito un-gran-libro ambientado en Madrid en los últimos 10 años (otro tema sería hacer una lectura del retrato urbano de Jonás Trueba, pero ya decimos que ese es otro tema).
Eduardo de los Santos ha escrito su primera novela —Yas (Alfaguara, 2020)— y ya en la primera frase del libro da una pista de esto: “Madrid sigue siendo una ciudad de más de un millón de cadáveres y todos se me parecen”. Más de un millón de cadáveres como una cantidad ingente de zombies que pululan, que erran, como los personajes de la novela.
A.D.N.
4. Los Modlin de Paco Gómez (Fracaso Books, 2015)
Antonio me dijo que una historia que le había contado le recordaba a la de Los Modlin; yo le dije que no tenía ni idea de qué me estaba hablando; él me pasó el tráiler de un documental; yo le pregunté que dónde podía verlo; él me dijo que no lo sabía, que lo vio en Matadero en su día; yo lo busqué en Filmin, en Netflix, en YouTube, en HBO y en Movistar + y fracasé en mi búsqueda. Me obsesioné y me frustré, hasta que pensé en una amiga que trabaja en una productora, le pregunté si sabía dónde podía encontrar ese documental, me dijo que sí, que era amiga personal del director y que le iba a preguntar: me pasó un link al documental. Lo vi, colmé mis necesidades y yo, que creo que la felicidad es doble si es compartida (sic), se lo pasé a toda aquella persona por la que siento un mínimo de aprecio.
La historia se diluyó en mi memoria y (spoiler) pasó a integrar una lista de apellidos que tengo en el móvil: linajes familiares que terminaron, así se llama la lista. Más tarde, buscando libros para reseñar en este medio que me da de comer, me encontré con que la historia de los Modlin no solo es un documental, sino que también es libro. Un libro de Paco Gómez. Y tras leerlo me encontré, también, con que el valor del libro es incuestionable y superlativamente superior al del documental (léanlo y sabrán por qué lo digo). Digo que, tras leerlo, me sentí vacío, huérfano de una historia, y quise contribuir (en medida de lo posible –con toda la humildad del mundo, eh, que no soy ningún megalómano– y con el trabajo de Pablo Pou y de Antonio Delgado, cámara y editor de vídeo respectivamente) a cumplir el sueño de los Modlin. A continuar lo que empezó Paco Gómez y a referenciar aquí la máxima romana: los humanos morimos dos veces: primero de forma biológica, luego en la memoria. En ese sentido, nuestra contribución (insisto) sería para dotar de inmortalidad memorística a una familia atemporal, bohemia y magnética. A los Modlin.
A.D.N.
5. Europa de David Llorente (Alrevés, 2019)
Si metiésemos en una coctelera Mind Hunter, Madrid (como escenario), Akira, algo de Death Note, Rendición de Loriga, algunos conceptos foucaultianos, Blade Runner, alguna cosa también de Agota Kristoff, otro poco de relato bíblico y un videojuego de construir civilizaciones tipo Age of Empire, es muy posible que el engrudo resultante tuviera un color parecido al de Europa (Alrevés, 2019) de David Llorente.
Europa —y lo digo huyendo del adjetivo “inclasificable” y pensando que no es necesario clasificar la novela por categorías, aunque a mí me facilite la labor de crítico y al posible lector de este artículo (entiendo), la posibilidad de saber de qué tipo de libro estamos hablando— es una novela negra, social, tecnológica, nihilista, psicótica, posmoderna, onírica, medioambiental.
A.D.N.
6. Esa maldita pared de Flako (Libros del K.O, 2019)
Dos meses antes de cumplir 16 años, Flako vio salir a su padre por una alcantarilla con 23 millones de pesetas. Desde entonces, atracar bancos se convirtió en su profesión.
Acusado de cometer siete atracos a bancos por la técnica del butrón, su historia se quedó a las puertas del Goya con el largometraje Apuntes para una película de atracos, y la editorial Libros del K.O. publicó su autobiografía bajo el título Esa maldita pared.
A.P.C.
7. La ciudad infinita de Sergio C. Fanjul (Reservoir Books, 2019)
Sergio C. Fanjul es un astrofísico converso al periodismo y a la poesía. Es, también, un paseante urbano, un flâneur contemporáneo de mirada costumbrista y pies inquietos que ha convertido Madrid en el foco de sus andaduras y en el epicentro de sus historias.
A lo largo de su senda literaria ha publicado cuatro poemarios, un libro de relatos y una recopilación de sus textos compartidos en Facebook. Su último trabajo es La ciudad infinita (Reservoir Books, 2019), un largo paseo con parada en los 21 distritos de la capital en donde aglutina historia, filosofía, anécdotas, reflexiones y ocurrencias espontáneas.
Dejó su Oviedo natal para marcharse a Madrid en 2001. Una vez allí, echó a andar. A cada paso fue descubriéndose ante sus pies y ante sus ojos una ciudad de ladrillo interminable cuyos barrios estaban dotados de personalidad propia. La ciudad infinita es una descripción a título personal de la capital y de sus personajes, una observación exhaustiva de la vida madrileña.
L.M.
8. Microgeografías de Madrid de Belén Bermejo (Plan B, 2019)
Belén Bermejo fue una editora literaria que sacaba fotos, pero que no era fotógrafa. Era más bien una paseadora con buen ojo que sentía debilidad por la decandencia de los recovecos ignorados. Una Vivian Maier del siglo XXI que retrató los lugares en lo que nadie se fijaba y los dotó de dignidad.
Su cámara, a veces la de su móvil, encuentra vida en lo anodino. Bermejo detectaba la personalidad de una pared descascarillada, de una puerta vieja, de un suelo mojado. Enfocaba y disparaba. Así es como le devuelve su importancia a los paisajes menospreciados de la ciudad.
Microgeografías de Madrid (Plan B, 2019) es un álbum con los retratos de rincones olvidados que Bermejo recopiló durante una baja laboral. Los beneficios del libro se destinan por completo al área de Oncología Médica del Hospital de La Princesa de Madrid.
L.M.
9. Retrato de Madrid de Javier Aranburu (Anaya PhotoClub, 2020)
Madrid desolado, festivo, frenético, castizo, imponente, otoñal, de barrio. La colección de imágenes que Javier Aranburu recopila en su fotolibro aúna las mil facetas de una ciudad que cambia de personalidad en función del punto al que mira la cámara.
Este es un libro para comerse Madrid con los ojos y sentir la capital en un solo vistazo, o detenerse en una página y recrearse en la luz de un atardecer, el reflejo de un monumento en el agua o el movimiento congelado de una calle que no duerme nunca.
La mejor forma de conocer esta ciudad es vivirla; la segunda mejor, pasar un rato con Retrato de Madrid.
L.M.
10. Obra maestra (Anagrama, 2022) de Juan Tallón
El periodista gallego Juan Tallón es colaborador habitual en varios medios y cuenta en su haber con varias novelas y ensayos como las joyas de Rewind, Libros peligrosos y Mientras haya bares. Cronista de mirada afilada y de verbo ágil, Tallón conoce al milímetro las idas y venidas de la ciudad en la que ha residido durante varios lustros.
En Obra maestra (Anagrama, 2022), su autor parte de un hecho real, insólito y prometedor: el Museo Reina Sofía, uno de los vértices del Triángulo del Arte, decide recuperar una pieza de 38 toneladas del artista norteamericano Richard Serra. Cuando el equipo reclama la obra de arte, que forma parte del extenso patrimonio de la pinacoteca, descubre horrorizado que los cuatros bloques de acero que conforman la pieza, sencillamente, han desaparecido.
A través del testimonio de los inesperados actores implicados en el suceso, Tallón da cuenta de una fascinante hipótesis, a medio camino entre la fantasía y la historia real, que solo podría suceder en una ciudad como Madrid.
S.M.
11. Todos estábamos vivos de Enrique Llamas (AdN, 2020)
Cualquier retrato de la historia reciente de Madrid es inconcebible sin un repaso por todo lo que supuso La Movida. Sin obviar el grado en el que el movimiento contracultural marcó a toda una generación, Enrique Llamas se propone con su segunda novela aparcar su mitificación.
Lo hace a través de un relato coral en el que narra cómo era ser joven en el Madrid de principios de los 80, con toda la gama de grises que ello implica. Escenarios como el Penta o la Vía Láctea son testigo del despertar de los personajes, embarcados en una búsqueda de sí mismos empañada por los demonios de una ciudad entregada al desenfreno y los excesos. Todo un homenaje a los que cayeron en el intento y se fueron demasiado pronto, a la otra cara de La Movida madrileña.
S.T.
12. El amigo Manso de Benito Pérez Galdós (1882)
En El amigo Manso, Galdós presenta un Madrid de mediados del XIX moderno, que nos resulta muy cercano a quienes vivimos la ciudad hoy. En este libro Galdós había iniciado la serie de Novelas Españolas Contemporáneas, que consta de 21 obras y trata la sociedad madrileña de la Restauración. Un clásico muy necesario para entender la evolución de la ciudad y de quienes la han habitado. Es, también, una buena obra para conocer más a este grande de las letras españolas, además en el propio personaje principal hay algunos rasgos de Galdós, eterno soltero, sabio y metódico, que sin ser madrileño se conoce al dedillo la ciudad.
Es un Madrid cambiante y en pleno crecimiento, se habla específicamente del ensanche de la Puerta del Sol, del derribo de casas para alargar la calle Bailén y de una sensación política incierta en un clima, sin embargo, abundante gracias al dinero que traían de vuelta muchos españoles que regresaban tras triunfar en América, los llamados indianos, como es el caso del propio hermano de Manso. Él, tan templado, culto y racional, se encuentra con la clase media y alta madrileña a la que intenta influir, gracias siempre a los contactos de su madre, pero sin éxito acaba decepcionado y frustrado.
E.F.
13. Terroristas Modernos de Cristina Morales (Candaya, 2017)
Que Cristina Morales ganara el Premio Herralde hace unos años es una buena noticia en sí misma, pero tangencialmente lo es también porque permitió (me permitió) conocer de la existencia de Terroristas modernos, quizás una de las novelas historicistas más interesantes de los últimos años.
Terroristas modernos se ambienta en el Madrid de principios de siglo XIX y tiene como escenario esa España que ha conseguido resistir a la invasión napoleónica. La trama –por decirlo en términos sintéticos– es la resistencia bautizada como “la Conspiración del Triángulo”, una sociedad secreta que pretendió derrocar a Fernando VII.
Morales, para escribirlo, se empapó a fondo del castellano que usaba. Sirva como ejemplo lo siguiente: no se escribió ni una sola palabra cuyo uso no estuviera extendido en el momento de ambientación del libro.
A.D.N.
14. Los millones de Santiago Lorenzo (Blackie Books, 2010)
Siempre es un placer asomarse al peculiar, astracán y jardiel-poncelesco universo de Santiago Lorenzo. Cualquiera de sus novelas –Las ganas, Los asquerosos, Los huerfanitos o la que nos ocupa– podrían desgranarse aquí como buenos libros ambientados en Madrid, pero Los millones se desarrolla con mayor profusión (o eso recuerdo) en escenarios madrileños.
El argumento inmediatamente invita a lanzarse directo a cualquier librería cercana para comprarlo: un hombre que integra el GRAPO –y consecuentemente no tiene DNI porque los terroristas no tienen DNI– le toca la lotería y no puede cobrarla –porque no tiene DNI. A partir de ahí todo es un dechado de hilarantes, inteligentes y bien urdidas situaciones que, claro, tienen Madrid como telón de fondo.
A.D.N.
15. Fuimos indómitas. Los oficios desaparecidos de las mujeres de Madrid, de Victoria Gallardo (La Librería, 2021)
«La idea de escribir este libro surge cuando me paro a pensar qué sé de las mujeres que vivieron en Madrid antes que yo, en la ciudad en la que nací y en la que llevo viviendo 30 años. Y caigo en la cuenta de que son prácticamente unas desconocidas para mí», nos contaba la autora y periodista, Victoria Gallardo.
Con estas palabras Gallardo justificaba la necesidad de escribir «Fuimos indómitas«, un libro que tras mucha investigación y a través de los testimonios directos de hijas, nietas o bisnietas, recupera una parte fundamental de la historia de la ciudad: la de todas aquellas mujeres (verduleras, lavanderas, aguadoras, modistillas, telefonistas, castañeras o taquilleras de Metro) que ayudaron a configurar el Madrid de antaño –y de hoy–, y cómo ya entonces la sororidad era un punto en común en sus reivindicaciones.
El libro nos lleva por un Madrid en blanco y negro de lugares que muchos ya hemos conocido en color, como el Mercado de La Cebada, el Edificio Telefónica, el Manzanares o el barrio de Embajadores.
I.N.R.
16. cuaderno de frases encontradas, de Juan Berrio (autoeditado, 2013)
Como un mosaico hecho a partir de vidas ajenas. De esa forma se podría definir el libro del historietista, fotógrafo e ilustrador Juan Berrio, en el que recoge años de fragmentos de conversaciones de las que era testigo accidental cuando paseaba.
Entre esas «frases encontradas«, plasmadas en forma de ilustraciones, se pueden encontrar perlas de sabiduría popular, banalidades, frases que rozan el absurdo y otras que impresionan por su crudeza. Todas ellas se reparten por un personalísimo mapa de Madrid con el Templo de Debod, Conde Duque, Galileo, San Bernardo o los Jardines de Sabatini como telón de fondo, y de otras ciudades como Jaca, Barcelona o Toulouse.
Aunque el libro no puede encontrarse en librerías (y a falta de que, en un futuro, el autor materialice una posible reedición), las más de 800 frases que recogió entre 2009 y 2017 pueden encontrarse en su blog.
I.N.R.
17. Existiríamos el mar, de Belén Gopegui (Literatura Random House, 2021)
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Es difícil que, una vez se ha abierto un libro de Belén Gopegui, no se cierre con el deseo –quizás también, en cierto modo, con la necesidad– de querer leer más de la autora. Existiríamos el mar, su última novela –y posiblemente uno de los pocos relatos nacidos en pandemia que no evita deliberadamente hacer referencia a la pandemia–, transcurre en el número 26 de la calle madrileña Martín de Vargas: un océano (a su manera) en medio de la capital.
Lena, Hugo, Ramiro, Camelia y Jara son un grupo de adultos que, a sus 40 años, comparten piso: no solo por necesidad, sino también por la convicción de que hay –tiene que haber– otra manera de vivir. Y en un momento en el que las costuras de la «chapuza vital» han quedado especialmente a la vista (las desigualdades, la precariedad, la dificultad de desligar la propia identidad del trabajo, los abusos de poder…) tiene más sentido que nunca apelar a la radicalidad del afecto, la justicia social, los cuidados o la solidaridad: apelar a lo común.
En ese sentido, la escritura de Belén Gopegui en general –y Existiríamos el mar en particular– funcionan como la búsqueda constante de esa grieta que hay en todo y por la que, como cantaba Leonard Cohen, entra la luz.
I.N.R.
Este artículo ha sido escrito a catorce manos entre Antonio Pineda, Lucía Mos, Sara Morillo, Selene García Torreiro, Isabel Nieto, Elena Francés y Alberto del Castillo.