Tan famosa es doña Manolita como las colas kilométricas que se forman ante la puerta de su administración de lotería, hileras inhumanas (aunque compuestas de humanos) que interrumpen el tránsito habitual de peatones en la ciudad. El fenómeno es tan clásico y entrañable como el encendido de las luces navideñas.
Los cazadores de suerte (y de fortunas indecorosas) saben que cuando acudan a buscar su número tendrán que esperar varias horas hasta que llegue el momento de comprar. Mucha gente viene de otros rincones de España y suman al viaje el esfuerzo de pasar frío y soportar el dolor de pies. Pero este año la tecnología ha eliminado las colas de doña Manolita.
El infalible y prehistórico sistema de pedir la vez, al estilo de la carnicería del barrio, ha llegado a doña Manolita en versión digital. Una pantalla táctil concede el turno y permite ahorrarse la espera. El jugador de lotería solo tiene que hacer tiempo comprando regalos o tomando algo hasta recibir un SMS cuando su turno esté próximo. Para eso, claro, hace falta darle el número del móvil al dispositivo.
La gente echa de menos hacer cola
El escaparate inteligente no ha seducido a todo el mundo. Los detractores critican la nueva política de comodidad y la fluidez. Ese es el problema: que parte de la experiencia doña Manolita era guardar cola, explican los nostálgicos.
La tradición es poderosa: la fila eterna no ha desaparecido del todo. Hay muchos compradores que se resisten a las bondades de la tecnología punta y ahí siguen, apostados en su sitio hasta que les toque, como se ha hecho toda la vida, como el sistema democrático dictamina: quien primero llega, primero lo consigue. Y, además, así se ahorran los 10 céntimos que cuesta el dichoso SMS de aviso.
El mostrador de doña Manolita se ha dividido: una mitad acoge a los del seguidores del progreso, que felicitan a los loteros por agilizar el trámite, y la otra espera a los fieles más conservadores de doña Manolita, los que esperan de pie el tiempo que haga falta y siempre con un frío que pela.
Foto: Facebook de Doña Manolita