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La construcción del túnel que mantiene cerrada la parada de metro de Gran Vía estará terminada el año que viene después de dos años de obras. Las últimas informaciones apuntaban a que la operación concluiría a principios de 2020, pero la pandemia ha imposibilitado cumplir con este plazo. Este no ha sido el único obstáculo que ha demorado el fin del proyecto.
En febrero, Ángel Garrido, consejero de Transportes, Movilidad e Infraestructuras, declaraba al diario El País que todavía no había empezado la operación que Metro tenía prevista. Desde el verano de 2018 los trabajadores se habían dedicado en exclusiva a «recuperar los restos arqueológicos de la antigua estación [de 1919], que hay que proteger», según dijo Garrido.
Se esperaba que la auténtica obra diera comienzo a lo largo de este año, y que el metro de Gran Vía reabriera en 2020, pero entonces estalló la pandemia del coronavirus. El estado de alarma paralizó las obras un mes y desde mayo los trabajos avanzan al 75-80% del ritmo marcado.
En unas semanas hará dos años que el metro de Gran Vía cerró, el 20 de agosto de 2018, y su anunciada reapertura se ha pospuesto varias veces. Debía haber empezado a funcionar de nuevo en abril de 2019, pero la reinauguración se postergó al verano y después al último trimestre del año, plazo que no llegó a cumplirse.
Un túnel contra un tesoro enterrado
Este proyecto se ha dado de bruces contra el mismo obstáculo desde sus comienzos: el patrimonio histórico que esconde el subsuelo de Gran Vía. Esta condición obliga a los operarios a trabajar con maquinaria delicada porque hay hallazgos como piezas de cerámica, vasijas o este impresionante mural de azulejos que no paran de aparecer.
Entre los restos de Gran Vía también se encuentra el templete de un ascensor diseñado por Antonio Palacios que la asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio (MCyP) intenta proteger a toda costa.
Otros problemas que han dificultado el avance de los trabajos han sido el riesgo de inundaciones y el exceso del presupuesto que se habría previsto.
El único consuelo que nos queda es que cuando abra, no sabemos cuándo, Gran Vía será la estación de metro del futuro.