No existe un consenso preciso en torno a qué debe ser considerado un rascacielos. Un profano como este que escribe diría que, para adquirir el estatus de rascacielos, el edificio en cuestión debería ser alto de narices. Mucho más alto que el resto que le rodea.
El Consejo de Edificios Altos y Hábitat Urbano (CTBUH en sus siglas inglesas), una organización sin ánimo de lucro con sede en el Instituto de Tecnología de Illinois, en Chicago (EEUU), viene a definir rascacielos algo así como «un edificio en el que lo vertical tiene una consideración superlativa sobre cualquier otro de sus parámetros y el contexto en que se implanta». Nada que no supiéramos.
Pero los tiempos cambian, y lo que hace tres décadas era considerado una maravilla de la informática hoy sería un insulto a la memoria de Steve Jobs. Lo mismo pasa con las alturas. El primer edificio considerado como tal tenía diez plantas. Hoy el Burj Khalifa, en Dubai, tiene 163 plantas y 828 metros de altura.
Y en Madrid la historia no fue muy diferente: grandes edificios hoy eclipsados por la sombra megalómana de Cuatro Torres Business Area. Pero como para todo hay un comienzo, estos son los cinco protagonistas de la historia de los rascacielos en Madrid.
Sede del Círculo de Bellas Artes (1926)
Con sus solo 68 metros de altura, algunos consideran a este edificio, en el número 42 de la calle Alcalá, como el primer rascacielos de la capital. Obra del arquitecto Antonio Palacios, se encuentra coronado por una representación de Minerva, diosa romana de la sabiduría y las artes.
A pesar de que su altura haría hoy poner en duda el calificativo de rascacielos, su terraza se ha convertido en uno de los miradores de moda de Madrid. Cierra a las 2.00h am entre semana y una hora más tarde los viernes y sábados, así que es un buen sitio desde donde empezar la fiesta.
Edificio de Telefónica (1930)
Situado en el número 28 de la Gran Vía e inaugurado el primer día de enero de 1930 y obra de Luis Ignacio de Cárdenas, fue considerado durante un tiempo como el edificio más alto del continente europeo.
Pero quizá el momento más remarcable de su historia habría que situarlo en la Guerra Civil, cuando el edificio fue objetivo de la artillería franquista dada su altura y su función, pues se trataba del centro de comunicaciones más importante del país. Además, sus paredes vieron desfilar a personalidades de la literatura y el periodismo como John Dos Passos, Ernest Hemingway o Antoine de Saint-Exupéry, quienes enviaban sus crónicas de guerra desde allí durante el tiempo que estuvieron destinados en Madrid como corresponsales. No se trataba de una cuestión de predilección, sino del hecho de que era allí donde tenía su sede -por motivos logísticos- la oficia de censura del gobierno republicano que dirigía el gran Arturo Barea.
Palacio de la Prensa (1930)
Fue inaugurado el 7 de abril de 1930 por Alfonso XIII, quien no imaginaba aún que poco mas de un año después estaría de viaje internacional extraoficial. El edificio fue un encargo de la Asociación de la Prensa Madrileña y costó ocho millones de pesetas. Calderilla.
Sus 58 metros de alturas y 16 plantas fueron sede de, entre otros menesteres, la redacción de la famosa revista satírica La Codorniz o la compañía teatral fundada por Lorca. Se encuentra en Plaza del Calleo 4.
La Unión y el Fénix Español (1933)
Con sus 65 metros de altura, el edificio fue construido inicialmente para albergar la sede de la compañía aseguradora que le dio nombre, en un intento por metaforizar el poder económico (y no tan económico) siguiendo la lógica que ya la historia nos ha enseñado del cuanto más grande, mejor.
El edificio lo corona la figura de un Ave Fénix y hoy alberga desde 2006 el hotel Petit Palace Alcalá Torre. Se puede encontrar en Alcalá 23.
Edificio Capitol
La curiosa forma de trapecio de este edificio fue diseñada con la idea de aprovechar mejor el espacio, adaptándose a la céntrica zona donde iba a ser erigido: Callé Jacometrezo 2. Su promotor, Enrique Carrión, se decidió por el art-decó para este edificio con 14 plantas y 60 metros de altura que fue además, uno de los primeros de Madrid en contar con esa maravilla que hoy damos por hecho pero con la que tantos soñarían entonces: aire acondicionado.
El cartel de Schweppes que cuelga de su fachada es sin duda uno de los elementos más icónicos de la ciudad, de donde se colgaron Álex Angulo, Armando de Razza y Santiago Segura para la película El día de la bestia, de Álex de la Iglesia.