Hablamos con Mariano Nana, un argentino dispuesto a revolucionar la escena del arte urbano madrileño. Para ello, de la mano de su socia, ha fundado Latidos Street Art Gallery.
El cliché del arte callejero reducido al grafitero garabateando muros inmaculados y corriendo delante de la policía será cada vez más solo eso, un cliché. Al menos ese es el objetivo de Mariano y Alejandra, artistas y promotores de Latidos Street Art Gallery, una iniciativa encargada de promover el arte urbano madrileño.
«Hacemos producciones de eventos relacionados con el arte urbano, expos, murales, workshops, charlas y demás. Hoy en día somos itinerantes; a medida que salen propuestas, nos sumamos a ellas o nos acercamos a lugares que nos parezcan interesantes», nos cuenta Mariano por teléfono. La última fue en La Tabacalera, y el resultado habla por sí solo.
Pero, ¿qué queda de aquella idea que encasillaba el arte urbano como un brote moderno de delincuencia juvenil? «Sí que se asocia a delincuencia, aunque cada vez menos. El grafiti se desarrolló en las calles, de manera ilegal, y ese concepto ha florecido por décadas, es lógico que se relacione con ese concepto de ilegalidad. Pero nuestra intención es ir educando a la agente. El público tiene que saber que existen miles de maneras de pintar en la calle que son de total legalidad y la mejor manera en que uno puede hacerlo es acercándose como artista o gestor a entidades públicas y privadas, mostrando lo que uno hace y así poder pasar de esa concepción a lo que se hace llamar arte urbano, que es nada menos que arte que se hace en sitios no convencionales«, cuenta Mariano.
Pero poco a poco, las formas de consumo de arte convencionales acaban haciendo suyas algunas de las formas de aquello que en su día fue visto como una suerte de vandalismo o el delirio de un ingenuo, popularizándolas. Lo underground, lo alternativo, se pasea así entre la fina línea que separa la promoción indie de la masificación del arte capitalizado por unos pocos.
Así pasó con el británico Banksy. «El ‘fenómeno Banksy’ es algo tremendo en el sentido positivo -explica Mariano-. Son estas situaciones que suceden en el mundo que vivimos hoy y que generan amor y odio. Ha abierto muchas puertas y ha logrado que mucho público muy diverso y de todo el mundo se haya fijado en el arte urbano. Pero también ha generado cosas negativas. A partir del ‘fenómeno Bansky’ surgieron galeristas que movían pedazos de pared de la calle para venderlos por millones de dólares, y ¿a dónde va ese dinero? Son cuestiones que se manejan entre millonarios».
Siempre hay algo de pureza en lo underground. Mariano piensa que es ahí, en las corrientes más alternativas, donde «se ve lo que a la gente realmente le gusta, donde se minimizan las influencias que puedan tener las empresas o el día a día más tradicional». Aunque para él prevalece lo positivo: «actualmente es Banksy pero el próximo que surja probablemente va a ser distinto en el sentido de que incluso generará más trabajo para los artistas urbanos; alguien sabe que hay arte urbano y quiere un grafiti en su empresa o en su habitación».
Pero si por algo se define el arte urbano es por su capacidad para crear «experiencias más cotidianas, más terrenales, poder charlar con el artista en la calle», aclara Mariano. Pero también por su capacidad para invertir -o al menos para redireccionar- el funcionamiento de las galerías tradicionales, que «se empiezan a dar cuenta de la importancia de esto de tener a un público que quiera tener herramientas más terrenales, de la importancia de mostrarse más abiertos y conectar con públicos nuevos».
La próxima cita de Latidos Street Art Gallery será el último fin de semana de octubre en el Campo de la Cebada de La Latina, donde participarán distintos artistas en un evento en beneficio de la amazonia boliviana.