Caminando por el número 32 de la Gran Vía es fácil darse cuenta de que hay dos flechas talladas en el suelo. Cada una de ellas tiene aproximadamente un metro de longitud y tanto su orientación como su ubicación no son consecuencia del azar, sino que tienen su razón de ser gracias a la mitología romana.
Para comprender lo que tenemos bajo nuestros pies, a veces es necesario echar un vistazo al cielo. En el número 31 de la Gran Vía, el edificio que hay enfrente de las flechas está coronado por una imponente escultura dorada de Diana La Cazadora. La diosa de la caza aparece lanzando con su arco, acompañada por cinco perros.
Parece que la diosa falla al lanzar dos de sus flechas, que se quedan clavadas en la acera pero, ¿cuál es el blanco de sus lanzamientos? En el número 32 de la Gran Vía encontramos otra escultura en el tejado. Es del Ave Fénix, que lleva en su lomo a Endimión, un joven pastor al que Diana visitaba todas las noches tras bajar de la Luna. El romance entre el pastor y su hija Diana llegó a oídos de Zeus que, enfurecido, envió al Ave Fénix para secuestrar a Endimión y ocultarle de su hija por toda la eternidad. Pero Diana no renuncia a su amor, y ataca al Ave Fénix con sus flechas. Es justo ese momento el que queda representado en este espacio de la Gran Vía, que se ha convertido en un lugar de culto para todos los amantes de la mitología.
El pasado se hace presente
Al contrario de lo que se pueda llegar a pensar, la historia entre estas dos esculturas nació hace menos de siete años. Cuando el hotel Hyatt encargó una escultura a la arquitecta Natividad Jiménez, que se convirtió en la primera mujer en diseñar una escultura en la Gran Vía, y dio luz a esta historia, entre la acera y los cielos de Madrid.
Si nos ceñimos a la mitología griega, la protagonista de la historia no es Diana sino Selene, la titánide de la Luna, que es hija de Hiperión y Tea, y hermana de Helios y Eos. Pero como explica Claudia Helvar (@itsclaugracia en Twitter), en la actualidad se tiende a invisibilizar a los titanes. En su lugar se pone a otros dioses con características semejantes, como Artemis.