«Abrirse Tinder es una de estas decisiones que uno toma de forma colateral, como fumar. Tú no dices un día ‘Voy a empezar a fumar’. Empiezas por alguna razón colateral, como que un amigo te invita. Con Tinder ocurre igual».
En el caso de J., la persona detrás de la newsletter Informe Tinder, esa razón colateral fue la de superar la ruptura con su ex: «Antes lo normal era pegarse un atracón de Love Actually y helado llorando a moco tendido, pero ya no hay esa catarsis en la ruptura: desde el minuto uno te abres la app y desde el sofá puedes tener la sensación de que hay más peces en el mar.»
J. comenzó a usarla y a tener citas a un ritmo «interesante», pero pronto se dio cuenta de que había una constante: «Puede que haya citas que vayan bien, pero la gran mayoría suelen ser un fracaso. Y te ríes con tus amigas, pero después de muchas te preguntas qué estás haciendo con tu vida. Para cualquiera que se haya descargado Tinder la cuestión casi existencial de qué hago aquí existe de forma permanente».
A J. siempre le ha gustado escribir («es la forma que tengo de escapar de mí misma»), así que en lugar de hundirse decidió convertir esos fracasos en otra cosa. Y los convirtió en una newsletter: «Informe Tinder es una oda al desamor en forma de newsletter. Un diario de citas para casanovas del fracaso. Un First dates que siempre acaba mal. Una serie de relatos para los grinch del amor. Una excusa para seguir usando la app.»
Celebrar los fracasos
«Nada más sentarnos, me preguntó por mi signo del zodiaco y me informó de que ella era escorpio. Según Univisión, “cuando un escorpiano está enamorado, suele entregarse sin reparos, dándolo todo para mantener su relación fuerte y estable”. Debe de ser que el resto de los mortales vivimos el amor como quien come copos de avena integral con leche de soja: de forma desapasionada y un poco por presión social.»
Fragmentos de relatos como este llegan cada viernes a las bandejas de entrada de sus suscriptores y suscriptoras con el objetivo –al menos uno de ellos– de visibilizar lo común del fracaso: «Vivimos en una dictadura del triunfo que pasa por las apariencias y negar nuestra imperfección, que es al final lo que nos hace humanos. Y yo creo que podemos ser muy felices aceptando que somos ridículos y celebrando nuestros fracasos«, reflexiona.
Para J. esa brecha entre lo que somos y lo que proyectamos «nos deshumaniza, nos aliena y nos separa», y por eso hablar de ello es importante: «Sigo fracasando en Tinder y he aprendido a no hundirme, sino a concebirlo de otra manera. Las relaciones se crean o no, se frustran, y así es como uno crece y aprende a estar con los demás y con uno mismo».
Sus relatos son también un reflejo de cómo las dinámicas a la hora de ligar entre mujeres están marcadas por ciertos códigos de la sociedad –heteronormativa, patriarcal– en la que vivimos. «Por cómo nos han enseñado a relacionarnos y a tejer vínculos con otras personas arrastras ciertos convencionalismos sociales. A mí hay una frase que me hace mucha gracia que es «¿Está siendo maja o lesbiana?» Yo he podido tener hasta siete citas con otra chica y que nunca haya pasado nada, pero ni un beso.»
Los matches de los que habla en su newsletter son personajes que, si bien nacen de personas reales, son el resultado de exagerar determinados aspectos de su personalidad. «Mi objetivo no es ridiculizar a nadie, sino intentar hacer un retrato satírico de nuestra generación, nuestra forma de concebir las relaciones… Eso hace que aunque alguien pueda leer su relato y verse reflejada no se moleste. De hecho ocurrió con una de ellas, le gustó y se lo enseñó a su novia [risas]».
Una generación de amor precarizado
Detrás del uso que J. hace de la app hay, también, un discurso crítico: «Tinder explota y se aprovecha de nuestras vulnerabilidades, ya sea haberlo dejado con alguien, que te hayas mudado a una ciudad nueva y necesites amigos… Si fuera una red social que nos ayudara a crear vínculos sólidos sería un éxito como red social, pero un fracaso como negocio: de lo que se nutre es de la creación y ruptura de vínculos.»
Esa inestabilidad es uno de los pilares sobre los que se construye la experiencia y parte de la identidad de toda una generación de jóvenes: «Nuestra generación se ha criado en la inestabilidad, y llega un momento en el que cuando es el principio social, el agua en el que nadas, tienes dos opciones: o te ahogas o nadas en ella. Y nadar implica necesariamente apropiarte de la inestabilidad. Es decir: sentir que la libertad pasa necesariamente por la facilidad de crear y romper lazos. Eso es mentira«.
La trampa está, continúa J., en haber hecho pasar la inestabilidad por libertad. En la conversación aparece, también, la palabra «precariedad», que cala no solo en las relaciones de pareja, sino en todos los ámbitos de la vida: «Como no puedes comprar una casa vives de alquiler, y como vives de alquiler no paras de mudarte cada dos por tres y no tejes comunidad en el barrio ni conoces a los vecinos con los que vives, como no tienes contrato fijo tienes que estar cambiando de trabajo…».
Informe Tinder es también, en última instancia, una forma de dar visibilidad al colectivo LGTBI en un momento en el que un beso entre dos mujeres en una película de dibujos animados genera polémica: «Seguimos generando incomodidad y al final la incomodidad es un síntoma de no aceptación. No hace falta una agresión física: que el mundo en el que vives no te acepte creo que es una forma de violencia«.
Con su newsletter, J. también espera contribuir a esa visibilidad, que considera clave para alcanzar una aceptación que aún no está lograda: «No es una cuota, es hacer hueco a una parte de la sociedad que aún está invisibilizada. Puede haber gente que se sienta comprendida leyendo historias reales, que además pueden ser muy variadas y no siempre tienen por qué ser en un tono de denuncia o pasarlo mal».