«Me encanta hablar de Madrid». Este fue la frase de recibimiento de Israel Fernández en uno de los salones del Teatro Real. Allí, entre cortinajes de un granate intenso, la figura del cantaor parecía camuflarse con su traje, de un color rojo escarlata. En esta señorial ubicación, el toledano presentará el próximo 26 de julio su nuevo disco, Pura Sangre, dentro del Universal Music Festival, un evento en el que compartirá cartel con Kraftwerk, Rufus Wainwright, Gilberto Gil, Lola Índigo y Gloria Trevi.
El Teatro Real se convertirá durante cinco días en escenario para diversos géneros musicales y para su presentación del último trabajo de Israel: «Tengo una gran responsabilidad y nervios, pero es bonito tener nervios. Los nervios te hacen sentir vivo y me hacen entregarme con todo lo que tengo y dar todo lo que siento en ese momento».
En su último videoclip de ese nuevo disco, Pura Sangre, Israel rompe a correr por el Metro de Madrid. Sale disparado entre escaleras, pasillos, intercambiadores, entre gente que va y viene, a ritmo de una bulería tan preciosa como Despierta. ¿Por qué este homenaje al subterráneo de Madrid? ¿Qué le une tanto a la ciudad a este artista nacido en Corral de Almaguer?
Un Madrid que respira flamenco
«En Madrid tengo yo todo. Es mi ciudad preferida. De Madrid al cielo, como se dice. Es mi segunda casa. Le debo todo a Madrid. El videoclip nació de dos amigos míos, Rufo e Ismael, y bueno, me atreví. Fue un día muy bonito, una experiencia preciosa. Lo de ponerse a correr fue cosa mía…», comenta entre risas.
La ciudad se lo ha dado todo, dice. Incluso una audiencia con la que disfruta en especial: «El público de Madrid es un público cariñoso, que va a disfrutar y no a poner etiquetas; es un público alegre que vive mucho el flamenco. Es que Madrid es, quizás, la ciudad con más tablaos». Israel echa en falta el Casa Patas, que echó el cierre en 2020 tras 30 años de pura dedicación al flamenco. Pero «ahora mismo, te diría el Torero y el Cardamomo; aquí se escucha mucho flamenco bueno».
Madrid también le abrió las puertas a proyectos que buscan lo mismo que el arte de Israel. Sus canciones son puro compromiso y sus mensajes no necesitan guardar dobles sentidos, son crudos. «El tercer mundo le llaman, como si aquí no estuviera. Después se gastan fortunas por buscar otros planeta. Yo quiero gritar al viento que nadie duerma en la calle. Un cachico de pan que no le debe, que no le debe faltar a naide», canta en Al tercer mundo (tema que comparte con Diego del Morao y Pional).
Proyectos como Carmen17 («las costureras que tejen contra el olvido»), con las que colaboró y de las que se enamoró: «Me gustan las cosas de verdad, más que las cosas ‘auténticas’. Porque una cosa es lo auténtico y otra cosa lo verdadero. No tiene nada que ver. Cuando yo veo a alguien que hace cosas de verdad, llevando la tradición de su familia, de sus abuelos, de sus costumbres para que no se pierda… participar de ello para mí es un regalo».
¿Madrid es verdadero o auténtico? Israel responde: «Hay en Madrid mucha verdad. Yo vengo a Madrid desde chiquitito y me acuerdo de fiestas muy bonitas, con mucha verdad, en El Candela. Llegabas allí y ya conocías al jefe, al camarero… hacías amistad con esas personas. Recuerdo que nos dejaban un sitio donde tenían todas las sillas y venga ahí cantando todo el rato, desde las doce a las 7 u 8 de la mañana. Eso es inolvidable«.
Para Israel no hay direcciones que recomendar, no hay pasos que dar, no hay lugares preferidos en Madrid: es Madrid, a secas, lo que le mueve. «Un día perfecto sería en buena compañía, simplemente. Da igual por dónde. Es como cuando una pareja se quiere, que da igual… aunque sea debajo de un puente».
El futuro de Israel en Madrid no tiene nombre: «te juro que yo no tengo proyectos nunca. No sé por qué. Es que no pienso, no me da tiempo a proyectar nada. Directamente me vienen las cosas. Como cuando lo del videoclip del Metro o como cuando canté a Santa Ana en el disco Amor [se refiere a la canción Alegrías de Santa Ana]: ‘Cuando te vengas conmigo, Donde te voy a llevar yo, Y a la Plaza de Santa Ana, ay, Y a la puertecital’Sol’. ¿No conoces la escuela de flamenco Amor de Dios? Está por Antón Martín, pásate algún día, es preciosa».