La etiqueta “marítima” (y derivados) aplicada a un restaurante tiene muchas aristas y cabos sueltos que es aconsejable atar. ¿Es lo mismo la comida marítima del Atlántico que la del Mediterráneo? La pregunta se responde sola y basta con comparar la dieta de un valenciano aleatorio con la de un señor de Atlantic City.
Así, si en un sentido global la palabra marítimo tiene poco sentido, en el caso español ocurre lo mismo. No se comen los mismos pescados en el Levante alicantino que en el Atlántico de Andalucía o en el de Canarias. Y citando a mi amigo Roi: “en Galicia se le llama de forma diferente a un mismo pez en dos pueblos que están a 20 kilómetros de distancia”.
Sirva esta introducción para presentar y elogiar la propuesta del Jardín del Mar, restaurante de reciente apertura en las inmediaciones del Centro Comercial Campo de las Naciones que recoge y aúna en su carta todas las aristas de un país eminentemente marítimo. Y que lo hace en una ciudad eminentemente mesetaria.
¿Qué se come en El Jardín del Mar?
En El Jardín del Mar la sensación es que la voluntad de la cocina es que cada plato sea un paso firme. Un pie en la certeza y otro en el riesgo moderado. Es el caso de platos como el guacamole, que se termina de hacer en mesa, que se sirve con gambas de cristal y que se acompaña con pan de gamba en vez de con totopos. También es el caso de las zamburiñas, que se terminan con una mayonesa de pimentón.
El grado diferencial, sorprendente y que respalda esta idea es el cachopo de atún. Plato absolutamente inaudito para mí y posible desencadenante de un grosero fruncimiento de ceño en un paisano de Mieres. Nada más lejos de la realidad. Se le llama cachopo porque la imitación en forma es la que es, pero en sabor bien podría ser un trampantojo. Atún haciendo las veces de ternera, mojama sustituyendo al atún y queso Payoyo cumpliendo con su rol.
La esencia marítima
El Jardín del Mar le pone nombre a su esencia y la define como “alma salada”. La salinidad del concepto es evidente en los platos mencionados, pero elogiable en el valor diferencial: la forma en la que hacen el pescado. A la brasa. También se destacan de su carta los arroces o las conchas. En cualquier circunstancia, evidencias que respaldan la perogrullada del principio: no es lo mismo el pescado o el marisco de la Albufera que el de Barbate. Y en El Jardín del Mar lo saben bien.
Avenida de los Andes, 48.
Alrededor de 40€ por persona.