Comida cara y de mala calidad. Así puede resumirse la odisea de comer dentro de Atocha.
La humanidad no deja de sorprendernos. Ahí tienen ustedes a Donald Trump, dirigiendo nuestros destinos, por ejemplo. Sin embargo hay algo que nos inquieta aún más. ¿Cómo pueden las cafeterías de la Estación de Atocha seguir funcionando con semejante sistema de negocio, es decir, poca calidad y precios altos? O mejor aún: ¿por qué la gente sigue alimentando estos negocios mientras se quejan de lo caros que son?
Hemos acudido a diferentes plataformas online como TripAdvisor, FourSquare o las reseñas de Google para ver qué tenían que decir los usuarios al respecto, y la verdad es que se despachan a gusto. Algunos con más saña que otros.
Que el negocio hostelero mejor evaluado de dentro de la estación sea una famosa multinacional de comida rápida dice mucho del resto. Pareciera que el sistema que establece los precios se rigiera por la vieja lógica del frío-templado-caliente-te quemaste. Cuanto más te acercas a las vías del AVE más probabilidades tienes de que la cantidad a desembolsar sea mayor.
Lo más extraño es que la mayoría de estos sitios sigan abiertos. Eso mismo se pregunta otro cliente de uno de estos locales: «un desayuno para tres personas (café y tostadas) nos costó casi 20€!!! No lo recomiendo a nadie, no sé ni cómo sigue abierto». O aquel pobre chico que comentaba incrédulo «un timo difícil de explicar […] Total 3 micro (hamburguesas) y 2 cervezas 16,80€.» Tranquilo, compañero, Íker Jiménez tiene a sus mejores hombres trabajando en ello.
«Parece que los platos van a estar exquisitos, por las fotos que hay en el establecimiento, pero de eso nada, monada», comenta con resignación una de las usuarias. O esta otra, a quien el sitio donde comió algo antes de montarse en el tren le pareció «muy, muy malo, casi con certeza uno de los más malos en todo Madrid, el propietario o propietarios deberían comer algún día allí, así se darán cuenta lo terrible que están preparados los platos». Y en cierto modo parece normal -aunque no justificable-. Si los clientes van a seguir fluyendo igual, ¿para qué molestarse? «Él nunca lo haría», que diría el anuncio.