
La Gran Cafetería Santander se alza sin complejos sobre la plaza de Alonso Martínez. Parecida a un bar de área de descanso por su amplitud y por las letras naranjas que coronan el local en mayúsculas, ha sido una segunda casa para los vecinos de toda la vida durante 52 años.
Hace unos días los clientes habituales se echaron las manos a la cabeza al ver un breve y emotivo cartel de despedida pegado en la ventana. Seguro que las porras y el café con leche no supieron tan dulces después de leer el agradecimiento de los propietarios, seguido de una disculpa «si en algún momento se dejó de hacer algo por alguien».
La prensa local indagó en las causas del cierre definitivo de la cafetería y dio con el detonante principal: la normativa en materia de terrazas fue reduciendo sus plazas de 63 a tan solo 13, con el correspondiente varapalo económico para el negocio.
Todo apuntaba a un adiós impepinable e indeseado, pero acaba de producirse un giro clave en la historia: la Gran Cafetería Santander volverá en 2020.
No ha sido una cruel técnica de marketing ni un caso de fake news, sino que se ha abierto un hueco de luz entre tanta oscuridad. El temor a que una franquicia multinacional ocupara el sitio de la colosal cafetería se ha disipado al conocerse que dos empresarios cántabros han comprado el local con buenas intenciones.
Los nuevos dueños del bar han manifestado su intención de mantener el nombre y la esencia de la Gran Cafetería Santander, aunque también quieren «ponerla al día», sin saberse muy bien qué quieren decir con eso.
En 2020 la Gran Cafetería Santander seguirá mirando por encima del hombro desde su rincón privilegiado en la frontera entre Chueca y Chamberí. Con suerte quedará algo de su aire setentero y su carácter castizo. Sea como sea, allí estará, con o sin sus mayúsculas naranjas izadas al viento.
Foto: Gran Cafetería Santande