La confitería más madrileña de todas ya es la nueva vecina de El Rastro y del Barrio de Salamanca. Ha cumplido 125 años endulzando la Puerta del Sol y, probada la rentabilidad del negocio tras más de un siglo de actividad, inaugura su segundo y su tercer establecimiento.
El número 21 de la calle Mira el Río Baja huele a torteles, napolitanas de crema y palmeras de chocolate los domingos y festivos, los únicos días del mes en que la segunda Mallorquina reparte pasteles y bollos. En los expositores relucen sus recetas de toda la vida junto a sugerencias estacionales, y la tienda está decorada con ilustraciones de chulapas dibujadas a mano y columnas de hierro forjado. La filosofía se enfoca en el take away, pero sin dejar de lado la calidad de siempre.
La expansión de la Mallorquina no termina en el Rastro: un tercer local ha abierto sus puertas en el barrio de Salamanca. La tienda se ha instalado en la calle Velázquez, 39: un crecimiento empresarial tremendo que coincide con el gran aniversario de la pastelería.
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