
El pico más alto de la sierra del Guadarrama alberga una serie de lagos de origen glaciar que son único en la Comunidad de Madrid. Las lagunas del Peñalara son tres: las más pequeñas son la de los Claveles, que se seca durante el verano, y la de Los Pájaros, que es la que está a mayor altura (2.170 m de altitud); pero la más conocida es la Grande, a 2.017 metros de altitud. Tiene una forma circular y ahora mismo está muy protegida y vallada, pero antiguamente cuando se congelaba en invierno era habitual que los alpinistas intentaran atravesarla.
Las lagunas no son el único atractivo del circo de Peñalara, además de la belleza del lugar y del interés ecológico de los Humedales del Macizo de Peñalara, aquí se construyó el refugio del Zabala. Hecho de piedra y hormigón en 1927 por encargo de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, se le dio el nombre del alpinista y escritor fundador de la sociedad, que había fallecido unos años antes y que fue un gran divulgador del senderismo en la zona.
Ruta a la laguna Grande de Peñalara
Para subir a la Hoya del Toril, como también es conocido el circo de Peñalara, hay varias rutas de senderismo de un nivel medio bastante asequibles. La más común es la que parte desde el Puerto de Cotos, a 1800 m y hasta donde se puede llegar en coche y aparcar. Desde aquí se accede a estas lagunas siguiendo el sendero bien señalizado que conduce hacia el pico más alto de la sierra, el Peñalara. En total, ida y vuelta, son 6 km (2 horas a ritmo normal) con una pendiente muy asequible. Hay que tener en cuenta que en invierno pueden caer grandes nevadas, que sumado al hielo y las ventiscas complican mucho la travesía.
El camino atraviesa bosques de pino silvestre y prados alpinos tiene unas vistas panorámicas espectaculares de las montañas circundantes. Una de las primeras paradas del camino es la de la Fuente Cubeiro y tras ella está el mirador de la Gitana, desde el que observar las mayores alineaciones montañosas del Parque Nacional. Siguiendo la calzada se llega a un cruce de caminos entre la laguna Grande y la laguna de los Pájaros.
El sendero hacia la laguna Grande se transforma en una pasarela de madera y las rocas cortadas por del antiguo glaciar toman el paisaje. A medida que se avanza, las rocas y pedregales marcan el terreno y el suelo se convierte en un humedal. Finalmente, se llega a la laguna Grande, que según Julio Vías en su libro Memorias del Guadarrama, los antiguos pastores temían, en especial al caer la noche, porque su profundidad hacía que si se caía una res fuera imposible recuperarla. Aunque ya no hay pastores, sí es habitual encontrarse cabras montesas. Y si tienes suerte y buena vista algún corzo, topillos y reptiles protegidos como el lagarto verdinegro.